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Los niños expósitos: trescientos años de historia en Úbeda (IV)

Ramón Molina Navarrete

en Ibiut. Año VI, nº 28. Febrero de 1987, pp. 26-27

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CAMBIO DE LA CASA CUNA

En 1681, año de la peste, el ama de la casa-cuna era María de Magañas, pero dos años después, en 1683, la casa-cuna cambia de manos y pasa a disposición de Antonia Molina. Mirando los documentos podemos observar incluso el día aproximado en que tuvo lugar el hecho. Así, con fecha 20 de noviembre de 1683 se puede leer en el libro de registros: "Estuvo un día en casa de María de Magañas" para a partir del día 27 del mismo mes y año, leerse: "Pagué 6 cuartos a Antonia de Molina de un día que estuvo desaviada y la llevó la mujer de Alonso".

Desde esta fecha Antonia de Molina es la nueva cunera. Para dejarlo claro citaremos este caso: "El día 23 de Enero de 1684 lo echaron a la puerta de Antonia de Molina que es donde está la cuna". Hay quien pensará que esto fue debido a la muerte de Ana de Magañas, y es posible aunque dudoso, en cuanto en el folio de un niño abandonado el 24 de abril de 1684 se puede leer: "Lo echaron en la puerta de María de Magañas y estuvo dos días en casa de Antonia de Molina". ¿Algún despistado? Antonia de Molina deja de aparecer a partir de finales de 1691, para especificarse sólo: "Lo echaron en la cuna" "Está en la cuna"... Sin más nombres.

EL TORNO DE LA CASA CUNA

Queremos volver a insistir en que no todos los niños eran dejados en la casa-cuna. Bastantes —aunque los menos—, eran también abandonados en puertas de personas generalmente influyentes, especialmente los mayordomos de la cofradía, gente pudiente y sacerdotes.

Es lógico pensar que los responsables de los niños expósitos pensaran que el hecho de dejar los niños en las puertas de cualquier vecino era, entre otras razones, el de evitar se supiera de quién podía provenir el abandonado y pensaron en colocar un torno que hiciera la función de dejar al niño sin identificarse, ni verse la persona que lo llevaba. De este modo se evitaría el riesgo de morirse en los escalones de las casas.

La primera vez que hemos encontrado la palabra "torno" es con fecha 5 de agosto de 1688. Es en el registro de un niño llamado Salvador y que dice textualmente: "Lo echaron en el torno de casa de la cuna". Traía el pequeño dos pañales y una mantilla. Fue bautizado en la Parroquia de San Pablo, siendo su compadre Alonso Garrido. A partir de esta fecha la palabra "torno" aparece con asiduidad.

UNAS NOTAS EMOTIVAS

Ya hemos dicho también, que junto al niño, en la espuerta de mortero o entre los pañales, aparecían notas en que se especificaba si estaba "cristiano" o no, y en caso afirmativo se indicaba el nombre; otros eran solicitando se les pusiese un nombre determinado. Pero nuestra sorpresa es ver como algunos niños llevan junto a ellos una nota cuyo principal contenido no es el de decir si está o no está cristiano. Son notas con mensajes. Así encontramos, por citar algunas, adjunto a un expósito una nota con letra perfectamente legible y clara. Una nota que más que nota es una oración, una exclamación de dolor, de impotencia, de rabia, de arrepentimiento y de resignación al mismo tiempo, por el hecho sencillo y tremendo de tener que dejar abandonado a un hijo en contra de su voluntad y obligada —suponemos es una mujer—, por sabe Dios qué motivos y circunstancias. La nota dice así:

"Gemiré, Señor, perpetuamente
mis culpas y procuraré lavar-
las con continuas lágrimas
"



Todo un poema –nunca mejor dicho–, que cabe en un verso.

Otro caso similar es el que recogemos en el año 1704. El crío llevaba junto a él un escrito, pero esta vez más que de dolor y arrepentimiento era una lección evangélica, con la sana intención, suponemos, de remover a compasión el corazón de la mujer que lo recibiera e invitarla al buen cuidado de la criatura abandonada. La nota dice así:

"Hermana, no es el siervo mayor que su Señor,
también dice aprended de mí que soy manso y humilde
"



Otra nota que encontramos es, por el contrario, hasta amenazante. Se trata de la que lleva un niño abandonado el 21 de marzo de 1753 y que dice:

"A este niño se le pondrá Juan Josepf Benito Antonio Ramón de Nuestra Señora del Carmen. Y cuidado con él que no se pierda".

Pero se perdió. Su bautizo fue en la Iglesia de San Nicolás al día siguiente y el cura que administró el sacramento, D. Casimiro, le puso: "Pedro Josepf Benito" ...¡Y basta!... "Que no se puso más porque no quisieron en la Iglesia". Murió diez días después.

UN ESTUDIO DE 1700

Comenzamos con el siglo XVIII. Y vamos a detenernos, como fecha básica y representativa, en el estudio estadístico del año:

Ingresan en la casa-cuna sesenta y cuatro niños. De ellos treinta y cinco son varones, de los cuales, se especifica, murieron treinta y tres; y veintinueve hembras, de las cuales, se especifica, murieron veinticinco. No se hace constar fuera ninguno reconocido por su madre. Supervivieron en total de los sesenta y cuatro, seis.

De Quesada se recibieron tres. De Torafe, uno. De Villanueva del Arzobispo, cinco. De Villacarrillo, cuatro. De Cazorla, uno. De Siles, uno. De Sabiote, dos.

Los abandonados fueron de la siguiente manera en el calendario: En enero, seis. En ffebrero, cinco. En marzo, trece. En abril, tres. En mayo, siete. En junio, dos. En julio, dos. En agosto, cuatro. En septiembre, ocho. En octubre, seis. En noviembre, dos. Y en diciembre, seis.

El primer caso de ingreso en la cuna este año fue el día 2 de enero. Se trata del abandono de una niña de dos años aproximadamente. De nuevo ante la duda de si estaría o no bautizada, se le bautiza en la Iglesia de Santo Domingo el 28 de enero, siendo sus compadres Juan de Campos y su mujer Francisca María de Espinosa. A la niña se le registró con el nombre de Catalina Espinosa. Esta niña, poco después, se la llevó un tal Francisco Narváez, "que dijo era para un tal Juan de Valenzuela que vive en Cabra de Sto. Cristo y que antes de ahora se llamaba Isabel Delgado y por ser "manflorita" se le mandó que usase de baron y se puso dicho Juan de Valenzuela" ¿Ven ustedes? Siempre hubo bisexuales..., para que luego digan que eso es sólo casa de este tiempo nuestro...

LOS MAYORDOMOS

En 1708, esta Cofradía de Niños Expósitos estaba constituída de la siguiente manera: Mayordomo: Juan Francisco Muñoz. Superintendentes: Tomás Campos, canónigo magistral de la Iglesia Colegial de Ubeda; Juan de Ribera; Alfonso Campos; Sebastián de Ribera Chirino y Fernando Muñoz.

También hemos podido averiguar algunos nombres de los mayordomos de otros pueblos que enviaban los niños abandonados a Úbeda. Así, sabemos que en 1721, el mayordomo de los niños expósitos de la Villa de Cazorla es Luis Quesada; de Villanueva del Arzobispo, Antonio Sánchez de Palma; de Torafe, Luis Salido Mesía; de Villacarrillo, Miguel de Orozco; los niños que venían de Santisteban del Puerto traían una carta de Miguel de Aranda, Prior de Santa María del Collado; los de Quesada venían con carta de Andrés Serrano.
(Continuará)

R.M.N.