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Los niños expósitos: trescientos años de historia en Úbeda (VII)

Ramón Molina Navarrete

en Ibiut. Año VII, nº 34. Febrero de 1988, pp. 26-27

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LA GRAN SORPRESA: ¡HABÍA DOS COFRADÍAS!

La sorpresa fue mayúscula. Resulta que en toda la historia hasta aquí expuesta creíamos que era la Cofradía del Santi Espíritu, con sede oficial en el Convento-Hospital del Espíritu Santo, la que atendía y trabajaba por los niños abandonados; y resulta que, de golpe, nos topamos con un acta de 6 de marzo de 1706, en la que se habla de los niños abandonados, pero relativos a la Cofradía Hermandad del Señor San Josefh Niños Expósitos, con sede en la Sacristía de la Iglesia de Santo Domingo.

Inmediatamente nos pusimos a intentar resolver esta dualidad... Y siento confesar que no he dado con la aclaración total de tan interesante situación. Dejemos, pues, a los historiadores e investigadores ubetenses aclaren definitiva y totalmente la situación. Sí expondremos, no obstante, nuestras personales conclusiones. Helas aquí:

Sabemos, con certeza, que eran dos las cofradías dedicadas a los niños expósitos. La primera y más antigua era la referida a la del Santí Espíritu y que giraba alrededor de la ermita del mismo nombre. Luego debió constituirse la Obra Pía del Ntr.° Señor San Josefh, que tomó mayor importancia, y existiendo entre ambas una estrecha relación. Esta relación debió ir enfriándose, quedando en un muy segundo término la del Santi Espíritu, hasta que con fecha 20 de agosto de 1782, ante el notario Juan de Torrubia, se manifiestan los señores D. Martín Orozco y Argote, Marqués de la Rambla y D. Alonso Gutiérrez de Contreras, Señor y Divisero de la Villa de Baldeosera en la Rioja y Superintendente de la Sttª. Cofradía del Sr.° San Josefh Niños Expósitos... "al efecto de tratar y conferir sobre diferentes asuntos y particulares al buen gobierno de ella y dicen que los distintos decretos de los obispos que han sido de esta diócesis, habiendo repetido en cargos y solicitudes particulares a los cofrades a fin de que se incorporase y pusiese dicha obra pía al cargo y cuidado del Convento y Prior que fuese del Santi Espíritu de esta ciudad con arreglo al justinuo de dicha religión y a la fundación de la indicada cofradía a donde se deriva la denominación de Niños del Espíritu Santo y el cuanto voto de hospitalidad que profesan los religiosos de esta orden y aun se ha reconocido haber estado anteriormente apegada al referido convento la expresada cofradía".

El prelado del Santi Espíritu, D. Juan A. López Corto, es nombrado recaudador, director y administrador de los bienes, frutos, rentas..., de la citada cofradía y obra pía. Estando presente D. Juan, acepta el cargo. Queda, pues, de administrador D. Juan A. López Corto y de superintendentes D. Martín Orozco y Argote, Marqués de la Rambla y D. Joaquín de Orozco.

En 1790 sabemos de fijo que sigue siendo D. Juan Antonio López el administrador. Pero a partir de esta fecha debió nombrarse a D. Andrés A. Ramírez, administrador y con él una nueva separación entre las dos obras pías. Separación que fue tirante y llegó a su punto más conflictivo en el año 1806, donde tenemos perfectamente delimitados a D. Andrés A. Ramírez como administrador de S. Josefh y a D. Francisco Morales como administrador del Santi Espíritu.

Los problemas entre ambos debieron ser muy graves y escandalosos, incluso un tanto sucios. Sabemos, por ejemplo que uno de los libros de registros de niños expósitos, el comprendido entre los años 1790 y 1794, fue robado de la Sacristía del Santi Espíritu el día de Pascua del Espíritu Santo y se pusieron carteles por toda la ciudad comunicando el hecho y solicitando su devolución. El libro finalmente apareció.

Estos graves problemas fueron de tanta embergadura que llegaron, incluso, a conocimiento del rey (Carlos IV). En un legajo de instrucciones y posesiones del archivo, se dice textualmente: "He dado cuenta al rey de los abusos que hay en el gobierno de la inclusa de Ubeda" (Excmo. Sr. D. Pedro Cevallos).

La resolución fue dada con fecha 18 de junio de 1806 y mandaba que ambos administradores entregaran inventarios y cuentas, jurando no ocultar nada.

Así sabemos, entre otras cosas, que en la "Casa Refugio" había:

"Un colchón de lienzo hechido de lana muy servido y casi inú-
til. Dos almohadas en el mismo estado. Un paño de balleta verde
para cobijar, también muy traído y un cunón grande de pino
".

Como ven, para los niños, no faltaba un detalle. Por contra D. Andrés A. Ramírez (tenía 50 años) declara que la cofradía posee numerosas propiedades, entre las que destacan varias casas y terrenos, incluso se menciona con detalle el hecho de "poseer una urna de Ntrª. Señora de la Concepción de talla con cristales y su pie, toda pintada y fue entregada por los albaceas testamentarios de D. Francisco del Rincón, por no haber parecido comprador que diese 800 reales en que estaba apreciada".

El que más se resistió a obedecer fue el presbítero D. Francisco Morales, administrador del Santi Espíritu, que con fecha 12 de mayo de 1807 aún no había entregado la relación de los bienes de su cofradía.

Finalmente lo hizo y entre otras posesiones aparecen varios mantos de gran valor que poseía la Virgen de Ntrª. Srª. de la Luz y su Niño. La resolución definitiva se tomó en la reunión celebrada el día 1 de junio de 1807. Ambos administradores juraron no poseer ni ocultar nada más. Desde este instante sólo habrá ya una sola institución dedicada a los Niños Expósitos y se propone para nombrar el cargo de administrador a la terna formada por D. Ignacio Arzamendi, Dignidad de la Iglesia Colegial y a D. Antonio Bolívar, Canónigo de la misma.

D. Francisco Castanedo, Gobernador, Provisor y Vicario General del Obispado, nombra administrador interino a D. Antonio Bolívar, con fecha 2 de junio de 1807. Se dan también nuevas disposiciones y el delicado asunto se deja, de este modo, definitivamente zanjado.

LAS NUEVAS DISPOSICIONES

D. Antonio Bolívar, Canónigo de la Iglesia Colegial de Santa María de Úbeda, acepta el cargo de Rector-Administrador de la Inclusa, aunque no de un modo gratuito, sino recibiendo de sueldo la suma de doscientos ducados.

Se nombra también un "Ama General" que será la encargada de la casa-cuna y dos "Amas de Lactancia" provisionales, para amamantar a los niños recibidos hasta tanto se les encontrara un ama de cría. Según el capítulo 23 del Nuevo Reglamento, cobrarían, 50 reales la primera y 20 cada una de las segundas.

A los niños abandonados y recibidos que morían se les enterraba en una cajita de madera. Entre el entierro y la cajita, la Inclusa pagaba 9 reales.

Como ven todo comenzó a ir bien, hasta que poco después llegaron los ahorros. En enero de 1812 se despidió a una de las dos amas de lactancia. Pero lo primero de todo fue enterrar a los niños sin caja. Se les liaba en un trapo..., y a la tierra. Así consiguieron ahorrar 5 reales por niño muerto. ¿Qué les parece?... ¡Toda una idea! ¿Verdad?
(Continuará)

R.M.N.