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Historia de las calles de Úbeda: Cuesta de la Merced

Juan Ramón Martínez Elvira

en Gavellar. Año VI, nº 66. Mayo de 1979, pp. 8-10

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CUESTA DE LA MERCED

EMPLAZAMIENTO


Comienza en la calle Fuente Seca y termina en la plaza de los Olleros, quedando a su derecha la embocadura de la calle Llana de San Millán.La numeración impar de sus casas llega hasta el 17, mientras que la de los pares llega hasta el 26.

ANTIGÜEDAD

Con el nombre actual de La Merced debió ser conocida a poco de la fundación del convento que le dio nombre, en el siglo XIII. En un repartimiento de 1586 —el más antiguo de los que hasta ahora hemos estudiado— aparece ya con este nombre, que habrá de continuar a lo largo del tiempo hasta nuestros días, bien como cuesta o bien coMo calle, indistintamente.

De su existencia anterior al siglo mencionado tampoco debemos dudar, pues si, según Ruiz Prieto, el recinto amurallado era más extenso que el reconstruido por Sancho IV, al quedar dicha calle dentro de la población se puede presuponer su trazado ya desde la época musulmana.

Ni siquiera la teoría que ignore o destruya la afirmación de Ruiz Prieto respecto al circuito defensivo es incompatible con la entidad de esta cuesta, puesto que se sabe que todo el barrio de San Millán constituyó desde los primeros tiempos de la ocupación árabe un enclave extramuros donde, según diversos autores, es muy posible que residiesen núcleos mozárabes. Y es lógico pensar que si no con carácter de calle, al menos como vía de acceso a este barrio, ya se utilizase desde entonces.

CONVENTO DE LA MERCED

Dice Ruiz Prieto, apoyándose en sus propias deducciones sobre el cerco amurallado, que este convento, «situado entre la iglesia de San Millán y la Puerta de Sabiote, que salía a la plazuela de los Olleros en aquella fecha», pudo ser edificado entre 1234 y 1275. La Orden de la Merced —cuya primordial misión era la de redimir cautivos— estuvo primero (al igual que este convento) en manos de caballeros seglares hasta que el Papa Juan XII ordenó que al menos los superiores de los conventos fueran eclesiásticos.

Fue suprimido el monasterio —como tantos de Úbeda— en el año de 1836.

En su iglesia estuvo enterrado —hasta tanto no se preparase la cripta que hoy alberga sus restos en el hospital de Santiago— el obispo don Diego de los Cobos.

También recibieron sepultura en su capilla mayor, adquirida en tiempos de los Reyes Católicos, los abuelos de don Juan Vázquez de Molina y el sobrino de éste, Juan Vázquez de Salazar, que la mandó rehacer en 1572.

Hijos notables de esta Comunidad fueron:

— Fray Alonso Valdés: «Varón santo y docto, comendador de los conventos de Jaén y Cazorla, gran predicador del Evangelio, con mucho fruto. En el capítulo celebrado en Sevilla en 1506 fue nombrado redentor y pasó a Marruecos, donde padeció grandes trabajos en la conversión de moros y redención de renegados. El año siguiente volvió a España con 180 cautivos rescatados y pasó a Sevilla muy quebrantado de salud, falleciendo en el convento de su Orden el 26 de septiembre de 1509 (1).

— El padre Diego Martínez: Profesó en este convento y murió venerado como santo en 1546. «Hizo en Nueva España muchas conversiones y fundó iglesias. Dio salud repentina a la mujer de Turano, cacique de los Chuncos» (2).

— Fray Domingo de Alvarado: «1548. En este año murió en el convento de la Merced de Granada, con grande opinión de santidad, el padre fray Domingo de Alvarado, religioso de esta Orden, natural de Úbeda e hijo del convento de Úbeda. Convocáronse a su entierro toda la ciudad, las religiones y ambos cabildos, manifestando la veneración que le tenían, y también el bienaventurado padre de los pobres San Juan de Dios, que solía confesarse con él y consultarle sus dudas, cumpliendo con el santo consejo del venerable maestro Juan de Ávila, de quien el padre fray Domingo fue muy estimado. Iba el santo patriarca San Juan de Dios acompañando al cuerpo y entierro, dando voces junto a él con grande fervor y lágrimas, dando testimonio del premio de sus buenas obras por estas palabras: "Ya estaréis, padre fray Domingo, gozando de Dios y logrando el premio de vuestros trabajos. Estos se acabaron y vuestra gloria no tendrá fin. Dichoso vos, que tan bien empleasteis vuestra vida. Acordaos de este pobrecillo, a quien tanto bien hicisteis"» (3).

— Fray Alonso Redondo: Nacido en Úbeda en 1572, tomó el hábito a los veinte años, llegando a ser comendador del convento ubetense. «Fue muy virtuoso e ilustrado. Pasó a América y fue visitador y vicario general de Nueva España, Guatemala, Honduras y Santo Domingo, y tuvo otros varios cargos, falleciendo en Lima en 1643, dejando gran ejemplo de virtud y obediencia» (1).

— El padre fray Luis de Vilches: Tuvo el cargo de padre provincial y murió en Granada, en opinión de santidad, en el año 1631» (1).

Lógicamente, el número de religiosos que este convento albergara ha oscilado con los años. Como simple referencia, podemos decir que en 1676 tenía diez padres de misa, cinco religiosos coristas y cuatro legos. En 1797 había ocho profesos, dos novicios y dos legos, aparte de un sirviente.

* * *

Un hecho curioso es que en 1677 se habían puesto en las puertas de la ciudad, con objeto de preservarla de la epidemia, unos carteles en los que se ordenaba a los guardas no dejar entrar, «aunque traigan despachos ajustados, a vagamundos, gitanos, ni peregrinos, ni frailes ni otras personas de ese género». Como es natural, la protesta del clero, cuyo portavoz en este caso fue el procurador de la Merced, padre Fernando, no se hizo esperar, quejándose al Ayuntamiento de que se hubiera «puesto a los religiosos en el capítulo de personas de tan abierta y baja condición». El Cabildo se excusó con fundamentadas razones que no son del caso exponer.

* * *

Pocos años antes de la supresión del convento, concretamente en 1820, se realizó un inventario del que recogemos varios datos:

Entre los objetos existentes en la sacristía destacan pintorescamente «cuatro escaños que son de los hermanos de la Soledad».

En cuanto a casas, poseían una en cada calle siguiente: Chirinos, Callejuela Nueva de San Nicolás, Cuesta Madroñal, Plazuela de Olleros, Cuesta de la Merced, Valencia, Gallo, Ventaja (que aparece dos veces) y Cuesta Rodadera, con excepción de la Callejuela Nueva y la Plazuela de Olleros, en donde poseían dos.

En Olivares tenían 25 terrenos distintos, 23 de los cuales daban en total una suma de 1.185 matas. De los dos restantes sólo se mencionan las cantidades cobradas en arriendo.

Trece era el numero de sus viñas, de las cuales dos estaban criando y las 11 restantes juntaban 23.435 vides.

Por censos recibía el convento 1.419 reales y 431 maravedíes. Entre las personas qua «cotizaban» destaca el Marqués de la Rambla. Y entre los estamentos, figuran la Colegial, el Caudal de Niños Expósitos, la Calecturía de Santo Domingo de Silos, el convento de la Coronada, el de San Nicasio, la Redención de Cautivos y la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad (que paga dos censos de 24 reales).

Tenía también cinco solares en la población: uno frente a la Portería del Convento, dos dentro de la huerta del convento y otros dos en la calle Valencia. Y en Jimena y Villacarrillo también tenía bienes.

Habían vendido también varias fincas que no enumeramos para no alargar en demasía este trabajo.

El inventario de ornamentos y vasos sagrados está supervisado por el célebre párroco de Santo Tomás, don Luis de la Mota Hidalgo, que lo firma, y en el que se detallan: «Un cáliz de plata sobredorado con patena y cucharilla de lo mismo. Otro pequeño de metal dorado, con copa, patena y cucharilla de plata. Terno completo negro de damasco, sin manga de cruz con guarniciones blancas y negras de seda. Terno blanco floreado de colores con galón de seda dorada completo sin manga de cruz. Casulla blanca con estola y manípulo de seda floreada y galón de seda dorada. Tres casullas encarnadas de distintas telas y galón de seda dorada. Dos albas y un roquete. Tres ámitos y tres pares de corporales. Doce purificadores. Dos pares de manteles. Un frontal de seda floreado. Dos misales y dos atriles y un copón de plata en donde está el reservado ».

De las imágenes existentes en el Convento ha llegado, aunque sustituida, hasta nosotros, la de la Virgen de la Soledad, cuya primitiva imagen cuenta la tradición ser de factura visigoda. Don Juan Pasquau, citando a otros historiadores, afirma que la antigua imagen, destruida en la pasada guerra civil, se veneraba ya en 1161 en un lugar situado a media legua de Úbeda y llamado « Cruz de Herrera».

La Cofradía de la Soledad, adscrita a la Merced, era propietaria, posiblemente en la misma fecha en que se hizo el inventarlo citado del convento, de los siguientes bienes: dos casas y un portal en la calle Valencia, una casa en Cuesta Madroñal, otra en cuesta Peraleda, y otra en la plaza de Olleros. Un solar en Peraleda, un haza de cuatro cuerdas en el camino del Cerro y otra de tres en Guadalupe. Un cortijo «que llaman de Garabato» con 90 cuerdas, dos hazas de pan trillar en el Ejidillo de Raya, una viña de 1.500 vides en el Campillo y nueve censos. En contra, sufría las cargas de 206 reales al convento donde se ubicaba y varios censos pagaderos a la Corona, Cofradía de Animas de San Millán, Caudal de Propios y a una señora particular.

Como se sabe, al clausurarse el convento, la cofradía pasó a la entonces parroquia de San Millán.

JURISDICCIÓN ECLESIÁSTICA

La Cuesta de la Merced ha pertenecido a la colación de San Millán desde la fundación de esta iglesia, posiblemente antes de !a reconquista cristiana.

Cuando San Millán dejó de ser parroquia en 1843, pasó esta calle a pertenecer a San Pablo, bajo cuya tutela espiritual permanece en nuestros días.

HISTORIA Y TRADICIÓN

Carece esta calle de una historia floreada de blasones y palacios, de aventuras de hidalgos y hazañas de guerreros. Han sido siempre sus vecinos gentes humildes y sencillas, que con su pobreza y laboriosidad han dado base y fundamento a la otra historia: la historia del silencio, la historia no impresa, la historia que es, en definitiva, la más real y, si se quiere la más humana de las historias.

Todos sus hechos más notables y todas sus tradiciones han girado en torno al convento que les dio nombre y a esa imagen de la Soledad que sube en volandas su dura pendiente las tardes del Viernes Santo. Es una calle que aún mantiene el privilegio de no haber entrado en la vorágine del asfalto y del neumático. Por eso, es una calle de ayer y por eso, es una calle de siempre.

Juan Ramón MARTÍNEZ ELVIRA

(1)Ruiz Prieto: «Historia de Úbeda» tomo III (Inédito).
(2)Pasquau Guerrero: «Biografía de Úbeda».
(3) Gómez Moreno: «Primicias históricas de San Juan de Dios»