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Nuevos planteamientos en torno al cinturón amurallado de Úbeda (VI)

Juan Ramón Martínez Elvira

en Ibiut. Año IV, nº 19. Agosto de 1985 pp.2-3

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LA PUERTA DE SABIOTE
Si en el capítulo anterior mencionábamos la Puerta de Sabiote con la exclusiva finalidad de oponerla y distinguirla de la del Losar, en éste hemos de considerarla con entidad suficiente como para protagonizar un epígrafe de nuestra serie.

En efecto, la Puerta de Sabiote existió con independencia total y absoluta de la del Losar. Estaba enclavada —según presumíamos— en plena calle Valencia, y su construcción debió ser modesta, aunque superior, desde luego, a la estructura simplista de los portillos del extrarradio.

Tampoco puede identificarse la puerta de Sabiote con la de Valencia, pues llegaron a coexistir ambas. Sin embargo, la segunda sobrevivió a la primera en más de dos siglos y medio, ya que la primitiva puerta de Sabiote, en pleno siglo XVI, cayó también —como lo harían sus hermanas en el XIX— posiblemente "por ensanchar la vía pública".

El proceso para su exterminio se inició el 22 de Agosto de 1561 y en menos de quince días la Puerta de Sabiote había desaparecido. Lógicamente —aparte del objetivo puramente ornamentístico—, hay que considerar que por esa fecha de 1561 el área poblada de la zona (la calle Valencia) había desbordado los límites que un día marcara la Puerta de Sabiote y, en consecuencia, ésta, perdida su antigua funcionalidad, se vio desplazada primero y sustituida después por su vecina.

Que la Puerta de Sabiote es diferente a la de Valencia se deduce claramente del acta del cabildo municipal de 16 de Agosto del 1559, en que se acuerda que, desaparecida la epidemia de peste, "se abran las puertas que sean la de balençia, granada".. , etc. No se menciona la de Sabiote —aún existente— puesto que en estos casos de alarma general las puertas enumeradas son exclusivamente las correspondientes al borde perimetral.

Los demás datos que hemos ofrecido no son tampoco gratuitos, pues se desprenden sin la menor posibilidad de duda de estos textos:

a) "mandaron que un arquillo que ay en la calle balencia que se dite la puerta sabiote se derribe. . e que los vezinos de la dicha calle lo fagan a su costa con que ellos se aprobechen de la piedra que se sacare del dicho arco e que lo dexen bien aderepado a pare per de los ss. don antonio porpel y hernando sanmartín e rodrigo monsalve, regidores" 20.
b) "mandaron que porque la piedra que se a quitado e asolado? del arco de la puerta sabiote a parezido que mucha parte della es menuda? e no de tanto probecho como se pensaba, que los vezinos" 21...


Nos parece zanjada la cuestión.

UN ALTO EN EL CAMINO, DON GINÉS

El número 14 de esta revista publicaba el primer capítulo de mi serie "Nuevos planteamientos en torno al cinturón amurallado de Úbeda". En la introducción a la misma, yo explicaba —creo que con claridad— los móviles que me inducían a seguir con el tema de las murallas. A usted, respetado don Ginés, no pareció agradarle mucho mi intento, pues probablemente siguiese obcecado en que su investigación era definitiva e inmutable. Y cuando llevaba publicados solamente dos capítulos, dos, le vemos iniciar toda una serie (i) preconcebida para rebatir mis muchos errores, sin duda. !Qué impaciencia! ¿Ha pensado lo que ocurriría si en dos o tres capítulos seguidos se viese obligado a estar de acuerdo conmigo? Adiós su serie. A menos que se entretuviese en decir que eso ya lo sabía usted pero que...

La verdad es que yo pensaba responderle al final de todo. Pero mi trabajo va a ser largo y el cúmulo de sus sofismas es tan apabullante que necesitaría un tratado posterior para, si no defenderme –que no me interesa–, sí para intentar que al menos mis tesis incuestionables quedasen flotando en esa marea que está Vd. removiendo. Por lo tanto, si le parece, lo voy a hacer por etapas. Cada cinco capítulos quizás. ¡Ah! y tenga la seguridad que en ningún momento hago de esto cuestión personal. Lo único que me interesa es que esos "puntos oscuros" –que usted, tan optimistamente, califica de "escasos"– les sean aclarados al sufrido –y nunca mejor dicho–lector.

¿Cómo se me encrespa, amigo don Ginés, porque mi pobre intelecto ose emitir razonadas hipótesis? ¿Conoce a algún historiador que nunca lo haya hecho? Y yo, que soy el más humilde admirador de cualquier gran maestro, siquiera sea por el instinto primario de la imitación, ¿por qué no puedo "suponer", "crear" o "intuir posibilidades"? Tenga en cuenta que distingo bastante bien la hipótesis del prejuicio. Quizás porque usted sea más afecto a éste que a aquélla, se escandalice de mi osadía. Pero piense que la hipótesis es sencillamente, un juego. Si sale bien magnifico; si no, pues nada: un error más de los muchos que desgraciadamente cometo. Pero el lector avispado, aunque usted crea lo contrario, no se confunde y da su justo valor a cada cosa.

Por otro lado, si usted no me permite interpretar, tenga por seguro que voy a aburrirme mucho. ¿0 es que quiere convertirme en un simple amanuense, en un mero copista? No, por favor. Déjeme también que a falta de fuentes me acoja a la tradición, al igual que nuestra Santa Madre Iglesia. Déjeme, en una palabra, ser creativo, aunque a veces yerre. Lo que de veras importa es que en el fondo del alma no exista la intención de engañar. Eso basta.
. . . . . . . . .
En sólo seis capítulos he hecho surgir de la nada dos puertas inéditas (Baño y Sabiote). Y no van a ser las únicas. Seis es a dos como quince es. . . No. No busquemos más coeficientes de proporcionalidad. Pero ¿no le parece que esto ya justifica mi trabajo?

Con respecto a las demás puertas, ¿por qué yo no puedo usar los mismos medios que usted? Yo hago hipótesis sobre las puertas de Ibiut y Zapateros. Y usted hace lo propio. El dichoso documento de 1780 –descubierto por usted, desde luego, pero no tan inaccesible, al parecer, como las actas del XVI, puesto que su letra es muy clara– es simplemente orientativo, no concluyente. Usted no cree que la puerta de Carvajal fue derribada junto con las murallas del Alcázar; yo, sí. Usted cree que ella es la puerta de Ibiut (menos mal que el enigmático Ruiz desapareció del padrón); yo, la de Zapateros. Y todo ello lo venimos diciendo ambos basándonos en el mismo documento. ¿Por qué no le damos la vuelta a la tortilla? Cuando usted me presente "pruebas" más convincentes...

He de concluir por ahora. Sólo un ruego, por favor. No se cebe en los galimatías de nombres o fechas que yo no invento, sino que transcribo de la bibliografía al uso. Si acaso existiese un lector ignorante, podría pensar que usted intenta sólo destruir, cosa que estoy seguro, ni se le ha pasado por la mente.

De todas formas, para consuelo mutuo, creo que los dos hemos hecho algo más importante que poner nombres a las puertas: hemos despertado el interés de los ubetenses por sus murallas.

¡Congratulémonos!.

(Continuará)

Juan Ramón Martínez Elvira
(20) AMU. Acta Cabildo 22 de Agosto de 1561.
(21) AMU. Acta Cabildo 5 de Septiembre de 1561.