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Datos históricos del Colegio de las HH. Carmelitas de la Caridad de Úbeda (y II)

Ramón Molina Navarrete

en Ibiut. Año IX, nº 45. Diciembre de 1989, pp. 26-27

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Y las carmelitas buscaron un nuevo recinto. La casa "Torre del Conde", propiedad en esos días de D. José Pasquau López y D. Rosario Pasquau Iriberry, estaba en venta. Era la casa ideal para instalar el colegio. Amplia (se hace constar que tenía 1.648 m2), con patio central, corral, jardín y tres puertas de entrada.

Los primeros contactos entre las hermanas y los dueños tuvieron lugar el día 4 de mayo de 1906.

No se llegó a ningún acuerdo. El precio que solicitaban por la casa era excesivo: 70.000 ptas.

Las monjas volvieron a insistir. Necesitaban esa casa. Fue entonces cuando medió D. Manuel Pasquau Visso y tras numerosos "tiras y aflojas" la cantidad se rebajó a 60.000 ptas.

Pero la situación vino a complicarse. Otra comunidad religiosa (no se hace constar el nombre) se interesó también por la casa, especialmente por "estar la iglesia continua y tener una tribuna en el presbiterio y otra que da a la capilla que hoy es de la Marquesa de Cúllar".

Por fin se llegó a un acuerdo. La casa quedaba para las Carmelitas en el precio de 48.000 ptas. La Superiora Sor Teresa Solá se salió con la suya.

El día 14 de octubre de 1906 se hicieron las escrituras ante el notario D. Ildefonso Rojas, "que no cobró nada debido a que dos nietas suyas estaban en este Centro. Sólo cobró el importe del papel del estado". Actuaron como testigos D. Francisco Cuadra Berlanga y D. Cesáreo Pérez Almagro.

La Madre Superiora giró una letra a Cuadra Hermanos por valor de 50.000 ptas. 48.000 fueron del trato del precio de la casa y 2.000 ptas. para derechos de hacienda y realizar algunas obras.

El 31 de octubre de 1906 se entregaron las llaves. A la mañana siguiente cuatro hermanas fueron a ver la casa, subieron a la torre, observaron el jardín y se gozaron con tanto espacio. Después del recreo la Superiora vino con otras hermanas y se empezó a realizar la distribución.

Las hermanas se sintieron satisfechas y felices, pero guardaban un gesto de tristeza, porque encontraron la torre –joya arquitectónica–, en muy mal estado. En el libro de comunidad se hace constar: "La torre está derruida por espacio de 25 años, por lo que la parte decorativa deja mucho que desear".

A continuación se explica en el libro toda una genealogía de los propietarios de la casa: "Como se sabe esta casa había sido propiedad de los Condes de Guadiana, pasando después a D. Juan Pasquau y de éste a sus dos hijos herederos: D. Luis y Dª. Rosario. La mitad que heredó D. Luis la vendió a D. José Pasquau López que casó con Dª. Rosario Pasquau Iriberry".

La casa necesitó varias reparaciones (hacía 25 años que no se había hecho en ella arreglo alguno). Se repararon tejados, se cambiaron maderas, se levantaron tabiques...

Las obras comenzaron el 3 de noviembre. En el arreglo de tejados los albañiles tardaron veinte días y se hace constar que no llovió, "aunque algunos días amenazaba chubascos".

Los carpinteros tardaron en su trabajo cuatro meses.

El balcón del cuerpo de la torre, que amenazaba ruina, también se reparó.

Terminadas las obras comenzó el traslado. Se decidió, como día de inauguración, el 26 de febrero (1907), "fecha de la Festividad de la Virgen de México 'Guadalupe' y fecha también de la fundación de esta congregación".

Y así se hizo. Dos días antes se bendijo la Capilla "cantando el sochantre con tres sacerdotes".

Desde ese momento y durante 81 años y algunos meses, ha permanecido en esta casa el Colegio de Carmelitas de la Caridad.

En junio de 1988, con el curso escolar 87/88, se cerraba el Colegio. La casa, desde entonces, permanece cerrada. La imagen de la Virgen que presidía el jardín de entrada ha sido quitada de su pedestal. Ahora la casa sueña su quietud y espera tomar vida –dicen–, en forma de hotel para cobijar a nuestros visitantes.

Sea como sea, la casa no podrá dejar de ser lo que fue: Casa Señorial y Casa Colegial. Por ello, si ustedes se fijan en su maravillosa torre, verán que está partida en dos, porque en dos están partidas siempre las cosas que permanecen en la historia, y sentirán también una impronta de arte que ennoblece y serena, porque en ella puso sus manos el talento de un hombre y la estilizó la constante sinfonía de educar.

R.M.N.