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Desde hace algún tiempo (unos quince años, año más año menos, quizá más que menos) vengo observando cómo se aparca indiscriminadamente en la plaza de Vázquez de Molina. En un reciente paseo por dicha plaza he observado cómo debajo de una de las señales de prohibido aparcar, que estratégicamente están situadas -imagino- para su cumplimiento, aparece un letrero que claramente dice: “ZONA MONUMENTAL” y entiendo que con esta señal y esta leyenda se quiere indicar a los conductores la prohibición de aparcar en la zona monumental. Si esto es así, no comprendo muy bien que se entiende desde el Ayuntamiento por zona monumental, ya que las citadas señal e inscripción están situadas enfrente de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo y del palacio del Deán Ortega, dos de los edificios que forman parte del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por las UNESCO. Por otro lado, se me dice (agentes de la autoridad) que el aparcamiento se debe a una decisión eminentemente política.
Así pues, si los responsables de estas decisiones y de la colocación de letreros como los citados son nuestros políticos, me atrevería a pedir que se explique claramente a la ciudadanía los criterios que han llevado a esta Corporación y a las anteriores a considerar que la plaza de Santa María no forma parte de la zona monumental y que, por lo tanto, puede ser considerada como un “emblemático” aparcamiento; así, se acabaría con las quejas y con las críticas que como fruto del desconocimiento se producen o pudieran producirse en un futuro.
También desde hace algún tiempo, en otro orden de cosas, observo como los monumentos de la ciudad son utilizados como soporte para multitud de luminarias (incluso de altavoces) que de forma temporal (hospital de Santiago en la campaña de Navidad) o permanente (Ayuntamiento, palacio del Deán Ortega...) vienen a embellecerlos en la estética de lo feo, de lo ridículo, de lo ilegal y de lo fantasmagórico. No entiendo muy bien, ante estos hechos, como la Administración puede incumplir de forma indiscriminada e impune, sin ningún tipo de remordimientos, de pudor y de gusto, una Ley que a todos obliga, prohibiendo el añadido de elementos como los descritos en edificios declarados monumentos nacionales.
Por ello, también pediría que se tomaran las medidas oportunas para cumplir la Ley de Patrimonio y se eliminara en el menor tiempo posible todo aquello que de una u otra forma desvirtúa la belleza y la verdad histórica de nuestro patrimonio. De esta forma se velaría por él y se actuaría de acuerdo con los deseos de conservación y de mantenimiento expresados para otros lugares de la ciudad recientemente inaugurados (calle Trinidad), de mucho menor mérito aunque sí de floreada y comercial belleza.
(Publicado en Úbeda-Información en el número correspondiente al 8-14 de enero de 2005).
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