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El Cortijo de Guadalupe, en el Gavellar

Ginés de la Jara Torres Navarrete

en Gavellar. Año VIII, nº 91. Junio de 1981, pp. 8

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Con ocasión del VI centenario de la aparición gloriosa de Nuestra Señora de Guadalupe, Úbeda vibra de emoción y de amor y sus hijos van a conocer la historia dormida de esa Madre emantísima, amparo de Úbeda y de su fértil, histórica y legendaria Loma.

Úbeda duerme y sueñe sobre sus viejas glorias, pero el añoso esquilón de sus bellos amores le han despertado tocando en locos volteos a fiestas marianas seiscientos años ininterrumpidos. Úbeda duerme sobre sus piedras y sobre su grandeza, pero llegados los días grandes en que Dios pudo y quiso dejar entre nosotros el origen de la grandeza misma, el pueblo se alborota, y es cada corazón un hermoso altar donde se guarda y se estrecha a la más hermosa de las criaturas. Úbeda, las gentes de Úbeda y de su Loma, están sobresaltadas con ocasión de este magno acontecer, cual es el seiscientos aniversario en que la Trinidad Divina obsequia a Úbeda con los grandes prodigios dándonos por Madre, Tutora y Reina a la corredentora de la humanidad.

Y pudo Dios hacer que la milagrosa aparición aconteciese en los muros mismos de la ciudad, quizá en El Alcázar mismo o en el Llano de Santa María, pero Dios, en su sapiencia, nos la entregó en el corazón de le campiña para que Ella cuidara de las tierras empanadas y los hombres la proclamaran «Señora de las Aguas».

Y estando rodeada de tierras hermosas y fértiles, no quiso la Señora ser poseedora de bienes terrenos y sí, en cambio, ha ido cosechando amores, porque ante la Virgen chiquita no hubo jamás un corazón endurecido ni una mirada indiferente. Úbeda ha sido y es su Virgen de Guadalupe y su entrañable Gavellar. Así, sin espectaculares sucesos, seiscientos años de zozobras, esperanzas y anhelos.

SOBRE LA PROPIEDAD DEL CORTIJO DE GUADALUPE

En nuestro aún inédito trabajo «La Virgen de Guadalupe, Señora de las Aguas», ha quedado suficientemente demostrado que la Señora ha sido siempre rica en amores y muy pobre en bienes terrenales. Sólo el olivar de «Los Azoreros», espejo en el que se miraba la Ciudad y los cofrades, y éste le fue arrebatado con su cerca, su noria y su estanque. Algunas otras propiedades de menor cuantía formaban el patrimonio de la Señora, pero los hombres, desagradecidos, no quisieron respetarlo ni tan siquiera porque el mismo fuese amasado con sudores y generosidad.

Ha sido hasta hoy creencia común que el cortijo y tierras que se alza junto a le ermita del Gavellar conocido por «Gualupe» o Guadalupe, fue siempre propio de la Patrona de Úbeda. Creencia vana y desecha por la historia escrita que pone con acierto y firmeza las cosas en su justo lugar.

Cuando las fuerzas liberales del tristemente célebre Mendizábal destruyen en beneficio sólo de los más fuertes el patrimonio de la Iglesia, vendiéndolo todo en pública almoneda, pasando de unas «manos muertas» a otras tremendamente más, el cortijo de Guadalupe es arrancado a la Iglesia y malvendido.

Fue en 1836 cuando esta finca es arrebatada a las monjas del Real Convento de Santa Clara, de Úbeda, siendo subastado primero en arriendo por cuenta ya de la junta local de desamortización, el 4 de agosto de 1840. Esta hacienda fue arrendada en quinientos reales de vellón anuales. Pierden también las Claras veinticinco fanegas de tierra en el predio de «Ramalancha», otra haza en «La Vega del Chantre», el hermoso cortijo de «Ahorcacopos» y un solar en el «Risquillo». Entonces, el Real Convento de Santa Clara vive ya de la caridad pública y de unas escasas migajas que recibe a cambio del expolio de la comisión de culto y clero.

Así fue cómo este antiquísimo monasterio perdió el cortijo de Guadalupe, tierras y casa que nunca fueron propias de nuestra Excelsa Patrona.

Ginés TORRES NAVARRETE