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Historia de las calles de Úbeda: Calle de María de Molina (La Rúa) (y III)

Juan Ramón Martínez Elvira

en Gavellar. Año IX, nº 99. Febrero de 1982, pp. 6-7

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SIGLO XVIII

Acera de San Pablo


Muchos y muy variados son los oficios que durante esta centuria ejercen los vecinos de la Rúa. Pero de éstos sólo daremos los nombres de aquellos que con más frecuencia se empadronan.

Así, pues, entre algunos jornaleros o trabajadores e individuos sin especificación de oficio, cabe destacar los empleos de cohetero, alcabucero, peluquero, barbero, zurrador y cuchillero.

La ocupación más representada corresponde a la de los tenderos, de entre quienes destacan Bartolomé Peñuela (1740-1760), Juan Vidal (1760-1780) y José Vidal (1785.1814), este último catalogado como francés y especiero. La sucesión escalonada e ininterrumpida de estos comerciantes nos hace sospechar que todos ellos fueron ocupando uno tras otro el mismo establecimiento dejado por el anterior, por lo que conviene más hablar de una sola tienda de especiería que de varias.

Al de los tenderos, sigue en importancia numérica el de los sastres, dos de cuyos representantes más tiempo avecindados son Pedro González (1709-1722) y Joaquín de Rojas (1769-1797).

Hay además un boticario llamado Manuel Bausán (1713-1722), un latonero-panillero, un escolero (Francisco Miguel, 1746-1749), algunos zapateros y un monterero (fabricante de monteras) hacia finales de siglo.

Los cargos públicos se distribuyen así:

A don Juan Caballero le corresponde el de veinticuatro y está empadronado en esta acera de la Rúa sólo en 1722, aunque nos consta que todavía en el 38 continuaba ejerciendo su cargo. A Juan Graciano, mercader de oficio (1712-1715) y a Alonso de la Torre Gila (1732-1757) les corresponde el de procurador. Al último de ellos lo vimos habitando durante el primer cuarto de siglo en la calle del Obispo Toral y el caso se repite con el escribano Diego de Aranda (1718-1722). Por último, el cargo de Jurado es detentado por don Juan de Gila, que aparece a finales de la centuria.

El clero está representado por don Francisco Bausán (1732-1769), don Juan de Gila (década de los sesenta) y "el Sr. Cura de San Pablo" en 1797. En 1722 se empadrona a don Juan de Rivera, canónigo, hijodalgo y Comisario de la Santa Inquisición.

Acera de Santa María

Tres son los oficios más abundantes en este lado de la calle durante todo el siglo XVIII: zapateros, sastres y barberos. A éstos siguen los de alpargatero (con tres representantes), especieros, porteros, estanqueros, talabarteros y sacristanes.

En último lugar, representados por un solo individuo, tenemos los de maestro de armas (Jerónimo de Campos, primer quinto de siglo), panadero, escribiente, peluquero (no olvidemos que la blanca y empolvada peluca es parte fundamental del atuendo característico de la aristocracia de este tiempo), carbonero, cerrajero, albañil, platero (Francisco Vela, que se muestra en los tres primeros lustros), turronero, músico, pertiguero, dorador (Francisco Valverde, 1762-1782), jornalero, cirujano, quinquillero y aguardentero.

Ejercitando un cargo oficial tenemos a un "ministro" de justicia (en realidad, guardia de juzgado), a un Guarda Mayor de millones y a un administrador de tabacos.

El clero queda representado por dos presbíteros: don Francisco de la Serna y don Diego de la Herrera.

Y la clase hacendada cuenta con ocho empadronados, tres de ellos mujeres, y hermanas entre sí, apellidadas Puebla.

SIGLO XIX

Acera de San Pablo


Poco hay que destacar. En el primer cuarto del siglo, aparecen dos pintores (Agustín López y José Espantaleón), de quienes desconocemos su especialidad y desenvolvimiento profesional. El oficio de zapatero se muestra casi permanentemente y de los más antiguos profesionales de este ramo es representante Antonio Herrador, empadronado en 1814, cuando contaba treinta y uno años y primer portador, hallado hasta el momento, de este apellido tan extendido hoy en nuestra ciudad.

Tampoco faltan barberos ni abaceros. Estos últimos continúan, pues, dando a la calle carácter peculiar de zona distribuidora de género alimenticios.

Por último, reseñar que hasta el 51 se incluye en los censos un portero que, evidentemente, debía serlo de las vecinas Casas Consistoriales.

Acera de Santa María

Son mucho más escasos los padrones correspondientes a este lado de La Rúa. El primero data de 1824 y sólo desde el 45 se hace relación de oficios, entre los cuales destacamos nuevamente el de abacero —por lo dicho más arriba—, estanquero y herrero. En esta última profesión se cita a José Garrido (año 1845), a quien suponemos fundador de la estirpe de los "Tiznajo", familia que en la forja del hierro ha alcanzado merecido renombre.

Otro pintor vive también en esta demarcación: Blas López Martínez, de quien —al igual que sus colegas contemporáneos y vecinos— no podemos aportar más que sus nombres y apellidos.

Con esto, dado que los datos referentes al siglo actual no son de especial relieve, damos por concluido nuestro trabajo sobre La Rúa no sin antes solicitar humildemente el perdón de cuantos lectores han notado la tardía aparición del punto final de este capítulo. Nos gustaría asegurarles a estos fieles lectores (alguno habrá, pensamos) que esta "falta de formalidad" no ha de volver a repetirse. Pero es inevitable a veces que los que para llenar unas pobres cuartillas hemos de pasar antes muchas horas en los archivos (¡dichosos los vates y prosistas cuyas musas les suelen visitar en el más cómodo sillón casero!) nos veamos obligados, con toda contrariedad por nuestra parte, a ser más impuntuales de lo que nos gustara y debiéramos.

Juan Ramón MARTÍNEZ ELVIRA