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Un aljibe de primera calidad

Antonio Almagro García

en Semanario Ubeda Información. 28 de octubre de 2006

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“SABER SIN ESTUDIAR”

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
”Arte diabólica es”,
dijo, torciendo el mostacho,
”que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho”.

(Nicolás Fernández de Moratín)




Durante la semana pasada algunos medios de comunicación locales y provinciales se hicieron eco y publicaron la noticia de la localización por el Área de Urbanismo de un aljibe bajo el patio central del Hospital de Santiago, acompañándose la referencia de tan excepcional “descubrimiento” con las declaraciones del concejal responsable del área en unos términos de inequívoca satisfacción por tan magno acontecimiento arqueológico. Así, trascribiendo algunas de las afirmaciones de una de las crónicas publicadas, vienen a decirse cosas como que “…el Concejal de Urbanismo y Vivienda del Ayuntamiento de Úbeda informó ayer del descubrimiento…”, “…las sospechas de la existencia del depósito de agua animaron a los técnicos de Urbanismo ubetenses a trabajar en la búsqueda de los restos…”, “…a la zona desenterrada tan sólo se puede acceder desde una trampilla…”, “…el aljibe es, a juicio de Mendieta, de una calidad arquitectónica «sorprendente». Se trata de un enclave con arcadas de siete metros de altura, columnas y pilares de piedra…”, “…no se descarta intervenir en un futuro para poner en valor el hallazgo y que pueda ser visitado…”, “…los arquitectos de esta estructura edificaron el hospital en este lugar por la cantidad de agua existente…”, etc., etc., etc.

Pues bien, ante estas afirmaciones y ante los nobles deseos del Área de Urbanismo, y con el ánimo de servir de ayuda a la meritoria labor de recuperación de nuestro patrimonio, me atrevería a sugerir algunas ideas de fácil desarrollo. Convencido estoy de que llevándolas a la práctica el Partido Andalucista lograría unos inmejorables resultados en las próximas elecciones con un buen número de votos, que vendrían a sumarse a los de los agradecidos quince o veinte ubetenses mayores de edad que desconocían la existencia del aljibe.

Ante la incomodidad que supondría acceder al recién descubierto espacio por una trampilla situada en el suelo, propongo la construcción de un ascensor de cuidado diseño como el ya existente en la plaza de Andalucía que, luego, podría mimetizarse en una segunda fase (en la que podrían emplearse fondos europeos) con una florida pérgola.

Magnífica me parece la idea de poner en valor –aunque no llego a comprender en mi ignorancia cómo se puede poner en valor un aljibe que sirve de aljibe- un recinto de tan cuidada arquitectura. Desde luego el contenido sería mucho más valioso si se sustituyera el agua que ahora contiene por elementos líquidos de bastante más cotización en el mercado (mercurio, petróleo, aceite de ballena, etc.) o más pegados a los usos tradicionales de nuestra actividad agrícola (aceite virgen de oliva o buen vino de Torreperogil). En cualquiera de los casos, compatibles incluso con el agua vulgar y algo dura que sin duda contiene el aljibe en la actualidad, podrían organizarse visitas guiadas en canoa e incluso inmersiones con trajes de neopreno a las profundidades de tan abismal como arquitectónico hallazgo.

Lástima que Vandelvira (porque a buen seguro que el Área de Urbanismo pronto descubrirá que fue Vandelvira el responsable que diseñó esta infraestructura) se limitara a utilizar en el subsuelo del Hospital de Santiago los mismos materiales y las mismas técnicas constructivas que en la fábrica externa, es decir, arcos, columnas y pilares de piedra en lugar de materiales más modernos, manifestándonos la increíble modestia del artífice de Alcaraz que bien pudo haber utilizado, como Frank Gehry en las bodegas Riscal, titanio, vidrio, aluminio, hormigón y acero, convirtiéndose así no ya en el arquitecto Andrés de Vandelvira sino en Vandelvira “El Adelantado”.

Los sutiles mecanismos psicológicos que llevaron a don Andrés a tal renuncia sin duda serán pronto desvelados por el Área de Urbanismo.

Otros, ya los conocemos de sobra.

Pero NO quiero quedarme en lo dicho. Generosamente cedo un buen número de noticias, extraídas en mis trabajos de investigación sobre la documentación histórica conservada, que podrían desembocar en otra abultada lista de descubrimientos. Tengo referencias ciertas sobre la existencia, desconociendo la ubicación, de una tal iglesia de San Isidoro, de un denominado convento de la Trinidad, de una iglesia de San Pablo y de otras muchas, pero sobre todo de algo que en los textos aparece como Sacra Capilla del Salvador y que –según cuentan- era un bello edificio admirado por propios y extraños hasta que misteriosamente desapareció entre cientos de coches aparcados en sus inmediaciones y por la ocupación de una placita adjunta a su fachada norte por un establecimiento hotelero cercano que celebraba en ella las copas de espera de los banquetes nupciales que contrataba.

En fin, señor Concejal e ilustre Área de Urbanismo, humildemente espero haberles servido y confío en que podrán sacar tiempo para iniciar y recorrer los horizontes descubridores que les sugiero y, ello, a pesar de sus ocupaciones tanto en nuestra ciudad como en la vieja Europa, buscando y fotografiando farolas de primera calidad para compararlas, en un ejercicio de sutil objetividad publicitaria televisiva, con las instaladas en la Torrenueva y en las avenidas de La Loma y de Cristo Rey.

Antonio Almagro García