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14 de abril

Manuel Madrid Delgado

en Diario Ideal. 17 de abril de 2008

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Hay lugares sacados de un relato de Borges: acumulan legajos, libros, mapas de mundos imaginados, retratos de desconocidos y partituras sordas. Conozco uno de esos lugares: cada 14 de abril se despliega allí una bandera mutilada, que le cortaron la franja morada y el escudo coronado de castillos. En el raso rojo y amarillo, sobre las ramas de olivo bordadas, quedan los tijeretazos, mudos testigos del odio. Esta bandera rota –como nuestra propia alma– es el vestigio último y romántico de un día lejano que aún nos sigue emocionando. ¿Se perdió el brillo morado de la bandera? No sé, pero cada 14 de abril –hay golondrinas y naranjos en flor: la primavera ha venido– sigue tremolándose aquella bandera como sin brisa. Y nos produce cosquillas en los recuerdos, que ya advierte el poeta que la nostalgia peor es la de añorar lo que nunca jamás sucedió.

Emociona el 14 de abril. Emociona pensar en aquellos españoles de 1931 que tomaron las calles con la paz y la felicidad. Emociona imaginarse a Antonio Machado en el balcón del Ayuntamiento de Segovia izando la nueva bandera española. O a don Miguel de Unamuno haciendo lo mismo en Salamanca. O las plazas de cada uno de los pueblos de España, abarrotadas de personas –alegres personas– mientras la bandera tricolor rompía el sol y la mañana a los sones de “La Marsellesa” y del Himno de Riego. En medio de aquel júbilo, ¿qué pensaron nuestros abuelos que traería el futuro? Tal vez una España bulliciosa y civil, de camisas remangadas y olor a pan recién hecho que se cuece para todos, un país soleado y limpio, como un patio de escuela recién regado. Desde luego, cualquier cosa menos la guerra que luego fue y los asesinatos en las tapias de los cementerios. Tampoco podían pensar nuestros abuelos que aquel país festivo y abrileño –Azaña o Prieto o de los Ríos ponían notas de seria felicidad– acabaría convertido en este lodazal de estupidez en que vivimos.

“Hoy España de nuevo renace/ y es tan alto y tan grande el honor/ que en el hombre es un timbre de gloria/ el nacer y sentirse español.” De eso se trata: de sentirse español y republicano a la digna manera del 14 de abril. Aunque ahora no esté de moda lo de reclamarse español. Aunque sea imposible trazar una República: produce escalofríos pensar que pudieran presidirla Acebes o Carod o Carmen Calvo o Esperanza Aguirre o.... Por eso no nos quedan más España ni más República que la de esa bandera coja de morado y manca de futuro. Y es que no está el día propicio para ensayar la alegría: porque en las plazas ya no hay chopos que se agitan sino aparcamientos, porque ya no hay concejales que se llamen Antonio Machado ni existen las ideologías ni las ilusiones ni los políticos de altura. Nos han robado el mes de abril y han clausurado los balcones en que pudiera haberse enarbolado una felicidad. Una esperanza. Una España ilusionada.

Está oscuro el tiempo que vivimos: ¿podemos gritar “¡Viva la República!”?