Revista Vbeda Revista Ibiut Revista Gavellar Diario La Provincia Semanario Vida Nueva Revista Don Lope de Sosa
Nuestra web sólo almacenará en su ordenador una cookie.<br>
Cookies de terceros.Por el momento, al utilizar el servicio Analytics,  Google, puede almacenar cookies que serán 
procesadas  en los términos fijados en la Web Google.com. En breve intentaremos evitar esta situación.
Revista Códice Redonda de Miradores Artículos Peal de Becerro. Revista anual Fototeca Aviso
y más: En voz alta Club de Lectura Saudar.es Con otra voz En torno a la palabra

Úbeda

Guía histórico artística de Úbeda. En las mejores librerías. Pulse para conocer las fuentes que nos avalan


Quizás la mejor Guía de Úbeda.

 
    

EL CINE Y EL SOMBRERO

Juan Pasquau Guerrero

en SAFA. Nº 22. Julio y agosto de 1963

Volver

        

En ningún programa de vacaciones falta el cine. Pero para unos el cine es asignatura de una vez a la semana; para otros, alterna; para otros, diaria... De todas formas, en septiembre, ¡sobresaliente en cine!

El cine entra mejor que la química orgánica, porque claro está que Sofía Loren no es ningún aldehído. Tampoco Gregory Peck es ningún aminoácido. ¡Y si la Tecnología fuese tan digerible como las cintas de la “Paramount”! Y por supuesto que en el taller no se fuma y en el cine de verano sí.

Hay jóvenes que parodian aquello del vino y dicen: “Si el cine perjudica a tus estudios, deja los estudios”. Después, como excusa, añaden: “El cine es instructivo, da cultura, informa”.

Sí; el cine informa e instruye en muchas cosas. Hay, sin embargo, quien sigue sospechando que también deforma. Todo deforma cuando se ingiere en grandes dosis. Hasta el agua, tan inocua, deforma, bebida en abundancia, el vientre de los señores mayorcitos. Ahora bien, el cine no es como el agua. Por lo menos, es como el vino. Mucho cine intoxica, embriaga y puede hacer enfermar al alma de gastritis.

La gastritis cinematográfica se manifiesta con diversos síntomas. Naturalmente, película que se repite mucho, que vuelve una y otra vez al recuerdo, mal negocio. Interesarse por la película durante la proyección es lógico y saludable. Pero si luego no te duermes pensando en los lances y trances de la película, es que se te repite. Entonces, pienso yo, habrá que tomar un poco de bicarbonato...

Además hay películas que, de por sí, son indigestas. No te las tires de... estómago fuerte. Hay películas positivamente nocivas. No vengas con lo de que tu “formación” las tolera todas. Eso de que estás del todo “formado” es un cuento. Si estás definitivamente formado es que ya no eres joven. Sólo después de los setenta años se deja de adelgazar o se deja de engordar. Y sólo después de que las arterias se endurecen se impermeabiliza el alma.

¿Quién te puede aconsejar que no vayas al cine? Es imposible prescindir del cine, como lo es prescindir del automóvil, del paseo o de los amigos. Lo que sucede es que algunos piensan que el cine, además de una diversión, es una escuela, y se ponen a escribir un libro que se titule “De la Imitación del Cine”, de la misma manera que hace ocho siglos un buen fraile se dio a la tarea de exhortar a la “Imitación de Cristo”. No exagero. Muchas revistas cinematográficas –o seudo cinematográficas hay por ahí- cuya lectura, cada domingo, intenta anular la lectura del Evangelio del domingo...

No seas ingenuo. Un católico no desentona ni mucho menos cuando entra en un cine. Pero al salir, bueno es que se quite el cine de la cabeza y recoja de la butaca el sombrero. Y no al revés, como algunos que yo sé.