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Nuevos planteamientos en torno al cinturón amurallado de Úbeda (I)

Juan Ramón Martínez Elvira

en Ibiut. Año III. Nº 14. Octubre 1984, pp. 2-3

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INTRODUCCIÓN

Es de alcance común que en materia histórica la última palabra rara vez está dicha. En cualquier momento, un derribo, una excavación, un documento recién exhumado -o que aun siendo conocido se relee con distinta expectativa- pueden dar al traste con las tesis hasta entonces dominantes.
Si esto es así en un determinado suceso histórico fácilmente ubicable en el espacio o en el tiempo, ¿cuánto más vacilante e insegura llegará a ser la fundamentación absoluta de un tema tan complejo -en sentido espacial y cronológico- cual es el de nuestras construcciones defensivas, tan dispersas en el plano y en el calendario?

Desde luego, pensar en resolver la cuestión con los actuales dispositivos técnicos con que cuenta el investigador local no pasa de ser una muestra de buena voluntad. Sólo contando con un completo material aerofotográfico, con las necesarias catas arqueológicas, con un minucioso levantamiento planimétrico y con las correspondientes fuentes documentales de primera mano' podría accederse en óptimas condiciones al punto de partida.

De ahí que hayamos de comenzar este trabajo dedicando unas palabras de admiración a los dos estudiosos serios de nuestro recinto murado: el Sr. Vañó Silvestre, antiguo Consejero Local de Bellas Artes y miembro del Instituto de Estudios Giennenses 2 y el Sr. Torres Navarrete, Cronista oficial de Sabiote y Torreperogil 3, quienes, a pesar de no contar con todo ese acúmulo de medios imprescindibles, han hecho posible que, a partir de sus publicaciones, la base historiográfica de nuestras murallas adquiera el grado de cimentación necesario como para poder rehacer sobre esa base teorías e hipótesis que sin sus estudios no habrían visto la luz.

Consecuencia, pues, del trabajo de estos autores, es el nuestro; que, por desgracia, carece también de la sofisticación preambular a que aludíamos. Y sólo hemos llegado a replantear ciertas premisas relativas al cinturón amurallado de Úbeda tomando como punto de partida las conclusiones de estos dos investigadores para modificarlas o confirmarlas de acuerdo con ciertos "diseños sugestivos"-que diría Joan Fuster- o con pruebas documentales inéditas o ya publicadas, pero tratadas desde un ángulo diferente.

Del resultado de nuestro trabajo no esperamos más que han esperado y esperan los amantes de nuestro legado cultural: que la investigación sobre los enclaves defensivos de Úbeda -labor de especialistas-, unida al respeto por su conservación -labor de todo ciudadano bien nacido- no se detengan.

LA PUERTA DEL BAÑO

D. Ginés Torres Navarrete sitúa la puerta del Baño "a la entrada misma de la Cuesta de Carvajal", precisamente donde aún se pueden ver, tras una tapia, las dovelas iniciales, ya desgastadas de uno de los costados de arco. D. Rafael Vañó Silvestre, en un primer momento, también así lo creyó, aunque posteriormente rectificara y le diera el nombre de Puerta de Bahud.

Nosotros, en un principio, aceptamos como buenas ambas hipótesis, pues no carecían de fundamento. Pero cuando registramos la nomenclatura callajística de la parroquia de Santa María comprobamos sorprendidos que en ningún momento se hacía referencia a esta puerta, en contra de lo que viene siendo habitual cuando se trata de calles que desembocan a una de estas salidas extramuros. Tan sólo constatamos que muy tardíamente (segunda mitad del XVII) a esta calle se la venía nombrando indefectiblemente como la "del Postigo" o, más propiamente, "del Postigo de Santa María", sin que en ninguna ocasión se aludiese a Puerta del Baño alguna. El postigo referido era, evidentemente, un hueco abierto en los muros posteriores de la Colegiata, para cuya localización exacta hay más de un arco cegado que puede adjudicarse esa denominación 4.

Por otra parte, en un protocolo del Archivo Histórico ubetense5 refrendado después por otros varios documentos, vimos que se hablaba de un vecino -Juan de Villanueva- al que se localizaba en la colación de San Lorenzo junto a la puerta del Baño. Este dato nos dio pista: si el tal Villanueva pertenecía a la parroquia de San Lorenzo y vivía junto a la Puerta del Baño, ésta no podía emplazarse en el lado izquierdo del Arroyo de Santa María, que pertenecía al Sagrario de la Colegial, sino en el derecho, que era de la feligresía de San Lorenzo.

Dado este paso, comienzan entonces a surgir diversas confirmaciones. Veamos, por ejemplo, esta cita de Ruiz Prieto:

"De la época romana tenemos pocos documentos, como no puedan referirse a ella los restos de la antigua torre de Santa María, la puerta del postigo del Alcázar, destruida hoy, frente a la puerta del Baño". . 6.

Aunque se deduce de la cita que el historiador confunde los restos de la Cuesta de Carvajal –de claro origen musulmán– con los del Postigo del Alcázar –que cataloga como de cuño romano– lo interesante es constatar cómo a la Puerta del Postigo del Alcázar (o sea, la de la Cuesta) la sitúa frente a la auténtica del Baño, subrayándola como entidad ajena y distinta.

Otro investigador ya desaparecido, D. Miguel Campos Ruiz, en un manuscrito suelto conservado en el armario de los Escudos del Archivo local, hace relación de los nombres correspondientes a trece puertas de muralla. Al nombrar la del Baño, la ubica "en la alberca de Cotrina", lugar que, desde luego, no es propio de la Cuesta de Carvajal.

El mismo Torres Navarrete aporta también en su dilatado trabajo documentos que, vistos desde otra perspectiva, apoyan nuestra hipótesis. Así, por ejemplo, cuando alude al acuerdo del cabildo de 24-IX-1800 para el traslado del matadero a la tenería de las monjas de San Nicasio, "junto a la Puerta del Baño"; está confirmando implícitamente que ésta no puede ser la que enseña sus desgastados arranques en la pendiente de Carvajal, puesto que las Tenerías ocupaban el área de San Lorenzo y han llegado a nuestros días las ruinas de aquel matadero, muy cerca del cual –se dice en el acuerdo– estaba la Puerta del Baño.

En la seguridad, pues, de que la Puerta del Baño se emplazaba "en lo bajo del Arroyo de Santa María" –según expresión de Gallego Díaz– y dentro del área jurisdiccional de San Lorenzo, con distinción nominal y topográfica de su vecina la de Carvajal, sólo queda explicar por qué en un corto espacio se concentraban dos puertas. La razón estriba en la distinta función de cada una: la de la Cuesta permitía el acceso directo a la Alcazaba, mientras que la comunicación con la ciudad se establecía por medio de la del Baño.

En cuanto a la localización de esta última, sólo podemos decir que se alzaría relativamente cerca de las casillas de Cotrina y que el muro horadado proveniente de la Puerta de Granada debía conectar con el circundante a la ciudadela por algún punto inferior al emplazamiento del arco de Carvajal.
(Continuará)

Juan R. Martínez Elvira

1. Entre esas fuentes, serían sustanciales las crónicas y descripciones musulmanas, así como series de estudios paralelos sobre fortificaciones de otras ciudades de Al-Andalus.
2. Fundamentalmente, su tarea al respecto se recoge en Las murallas de Úbeda, que hace en colaboración con M.' del Carmen Vañó Esteban (Separata del n.° 81 del Boletín del I.E.G.) y en Aportación al estudio del Alcázar de Úbeda, con planos y dibujos de Emilio Sánchez Fernández (Separata del n.° 108 del boletín citado).
3. Véase la revista Gavellara partir del n.º 92, Julio. 1981.
4. De todas formas, pensamos que el postigo debla ser el que aún puede verse, ya tapiado, en el Callejón de Santa María. Por él se pasaba a la Iglesia a través de un zaguán que antecedia a la capilla de San José y comunicaba con la nave de la Epístola. Actualmente, zaguán y capilla constituyen un solo cuerpo que se conoce como Capilla de los Sabater.
5. AMU (Archivo Municipal Ubetense). Legajo n.° 186, fol. 242. Año 1582.
6. RUIZ PRIETO, M.: Historia de Úbeda. Ed. "Pablo de Olavide" Úbeda, 1982. Pág. 21.
7. La razón que justifica dicha conexión la damos al tratar de este último arco.