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Úbeda

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En la Semana Mayor

Juan Pasquau Guerrero

en Diario Ideal. 25 de marzo de 1972

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Úbeda concorda sus escondidas resonancias en una entrañable me­lodía sagrada. Se hace la ciudad, entonces, liturgia y salmo. De sus fondos, de sus alvéolos más recónditos surge un ansia fina de amor. ¿Florecen rosas de oración, cuajadas de exultante esperanza en sus plazas monumentales, en sus iglesias renacentistas y góticas? Puja también la eclosión modesta de mil margaritas silenciosas en sus ca­llejas añorantes. Humilde y alta piedad de las gentes que aún no han invertido los valores; de los hombres que intuyen cómo el drama del universo ajusta sus quicios al conmovido perfil del Viernes Santo. Y cómo toda la gloria humana pasa como el heno si no se afirma en raíces teologales; si no acompasa su júbilo al júbilo de las campanas que anuncian la Resurrección del Señor.

En Semana Santa, Úbeda despierta a su historia, delicadamente la sacude. Y hay una comunidad —auténtica fraternidad ecuménica— de los que fueron, de los que son, de los que serán...
Cristo enseña a Úbeda su dolor. Y sus recintos se impregnan de suavidad eucarística. Llueve sobre el buen pueblo, que se arracima en las esquinas al paso de las procesiones, la caricia inmensa de lo eter­no. ¡Jueves Santo! "Dios está aquí, venid y adoremos", cantan los blasones de los palacios y de los templos, testigos de excepción de un recio vigor cristiano que no abdica; que no se dobla ante el hostil viento impío ni se abate ante los manierismos frivolos que prometen la embriaguez y niegan el vino...

(Guía de Semana Santa de Úbeda)