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[ Gavellar no descansa]

Juan Pasquau Guerrero

en Gavellar. N.° 7. Junio de 1974. Carta de Úbeda

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Si no recuerdo mal, en la carta anterior divagaba yo un poco —y quien divaga suele dar la lata— acerca de la prisa y la pausa. Hoy, a propósito de un recado que recibo de Antonio Millán para que la carta de julio no falle, pienso que GAVELLAR no descansa, que no tiene pausa, pero luego los imponderables le juegan un tanto la partida y parece como si GAVELLAR no tuviese prisa. Y así pasa lo de que en vísperas de Santiago salga una información sobre el Corpus, etc. Pero —hay que repetirlo— la culpa aquí no es de GAVELLAR, que todo lo previene y está a todos los quites. Y también a todos los «pones». Vamos a ver, amigo Antonio Millán, ¿qué crónica hago yo del mes de julio en Úbeda si el mes de julio no ha pasado todavía? Sí, sí, yo una vez hice para «Jaén» una crónica de 1os Juegos Florales antes de que se celebraran ante ciertas exigencias informativas y a petición del alcalde de entonces. La verdad es que, poco más o menos, se sabe siempre cómo van a ser unos juegos florales. Como se sabe siempre cómo va a ser una corrida de toros.Y cómo va a ser una procesión. En cuanto al mes de julio en Úbeda más vale andarse con ambigüedades y con generalidades y cuando llegue agosto hablaremos (1).

Por supuesto, calor. Ese calor que se presenta con urgencia y que cobra de una vez el calor que debió hacer en junio (y no lo hizo) junto con el de julio. La víspera de San Pedro se pasó frío en Úbeda y alguien encendió la estufa o el brasero; pero de pronto, llama verano imperativo y cobra dos recibos a la par: junio y julio. A sudar por partida doble. Don Cristóbal Cantero, mientras, prepara el viaje de sus «seises» de El Salvador a Italia. Un viaje-acontecimiento, porque se anuncia que el coro de los «seises» de El Salvador cantará en la Embajada de España en Roma... Otras muchas maletas se preparan. Todo el mundo a moverse, a viajar. En la calle Mesones —que es estrecha y todo el mundo oye lo que dice todo el mundo al pasar— cada uno habla de su ida o de su vuelta de viaje. Organizó sus campamentos Gutiérrez, de Acción Católica. Los organizó las O. J. E. Hay escolares que van y vienen a las colonias. Y familias que se largan a la Costa del Sol, o a la del Azahar, o a la otra, ¡como se llame! Resulta que Úbeda, como cualquier ciudad o pueblo, está ya cerca de todas partes. ¡Ay, aquellos tiempos en que ir a la Yedra costaba media hora de tranvía! ¿Se veraneaba mejor en la Yedra, o en Marbella o en Torremolinos? Mire usted, yo no sé. Todo es relativo. Todo según el calor, pero también según el color con que se mire. Y cada uno habla del verano según le va en ella. ¿Quién es ella? ¡Ah, pues usted sabrá!

Como han aparecido manchas en el Sol, los meteorólogos dicen que este verano va a ser raro. Todos los años se pronostica que el verano va a ser raro. Yo escribo esta carta en una siesta —así me espabilo de alguna manera— y a través de mi ventana veo a lo lejos el Cerro de la Horca. En el Cerro de la Horca se efectúan todavía las labores de siega y trilla, pero a la antigua. Siega y trilla de artesanía, a brazo partido. Sin tractor. Con trillos y con esa especie de tridentes de madera (los bieldos) que sirven de aventadores. Pero esto es un reducto. El campo ubetense, en su inmensa mayoría, está ya mecanizado —como debe ser— y ya aquellas fechas cumbres del verano (Santiago y la Virgen de Agosto), en las que las gentes «subían de los cortijos» para holgar tienen menos color que antes. La gente hace ya fiesta de cualquier sábado, incluso de cualquier miércoles (aunque no venga de rojo en el almanaque). Aunque no vayamos tampoco a ser demasiado optimistas y a decir que todo el mundo vive de perlas. No, no; todavía quedan por ahí segadores a pleno sol que de Marbella no tienen ni idea y que las pasan «morás». Y otros que pernoctan en el melonar y no en el «snak» o en el club nocturno. Pero vaya usted a saber quién es más feliz. Esto, en el fondo, tampoco nunca se sabe...

¿Qué se sabe de la próxima feria? Que habrá una Fiesta de la Poesía. Que ya ha sido proclamada reina de la misma la señorita Dolores Pérez Moya. Que el mantenedor será don José Mariano López Cepero, director del Instituto Superior de la Juventud y profesor de la Central. Y que los premios serán importantes. Hay un dinámico director de Fiestas en el Ayuntamiento, es decir, presidente de la Comisión de Festejos, Juan Carlos de la Rosa. Y ya que aludimos al Ayuntamiento —siempre sus empresas in crescendo, debería dedicarse espacio especial a la agilidad, al ritmo y al acierto de su alcalde y de sus componentes—, damos los nombres nuevos del secretario y del depositario que el municipio casi acaba de estrenar. Son don Luis del Real Sánchez y don Federico Lombardo Martínez. Hay que desearles éxito en su gestión, ya que tan importante porcentaje corresponde en los logros municipales al trabajo de los técnicos.

Recientemente pronunció una interesantísima conferencia en Jaén Francisco Esteban Santisteban. He ahí un «técnico» que no se «robotiza», sino que, al contrario, inserta sus esquemas, sus planes y sus planos en raíces humanísimas. Me gusta elogiar a Paco Esteban cuando se viven unos tiempos en que la civilización corre —como es sabido— el peligro de quedarse sin cultura. El nombre de este ubetense nos trae a la memoria otros nombres de ubetenses, igualmente técnicos, pero igualmente cultos y humanistas. Los buenos nombres se enredan como las cerezas. Pero ya hay que terminar hoy. Levanto la cabeza, miro a través de la ventana de la habitación donde trabajo. Veo las mieses amontonadas del Cerro de la Horca. Y a esos segadores que todavía quedan por aquí, que no han oído hablar de Marbella ni de Torremolinos. Hay un momento en que pienso que esto es radicalmente injusto. En el momento siguiente pienso si, a pesar de todo, hay en ellos más «dignidad humana» que en el asiduo de un «snak» de la Costa del Sol. (¿Y dónde está la «dignidad humana»? Señor, sácame de este aprieto.)


(1) N. de la R.—Lo que pedíamos a Juan Pasquau no era información de Julio antes de que llegara Julio. Era mucho más difícil todavía: Se le pedía una crónica para el número de Junio, sobre Julio para ser leída en Agosto.

GAVELLAR será un periódico «chiquituso», «pero descomunal y soberbio». Las noticias que nosotros difundimos son noticias con solera de un mes o dos; sin fallos posibles. Tenemos tiempo para calibrar las cosas y dar al acontecimiento sus retoques artísticos, incluso. Sin proponérnoslo, estamos creando una nueva técnica «antiprisa» para la información: nos situamos en el pasado y le damos categoría de presente.