Revista Vbeda Revista Ibiut Revista Gavellar Diario La Provincia Semanario Vida Nueva Revista Don Lope de Sosa
Nuestra web sólo almacenará en su ordenador una cookie.<br>
Cookies de terceros.Por el momento, al utilizar el servicio Analytics,  Google, puede almacenar cookies que serán 
procesadas  en los términos fijados en la Web Google.com. En breve intentaremos evitar esta situación.
Revista Códice Redonda de Miradores Artículos Peal de Becerro. Revista anual Fototeca Aviso
y más: En voz alta Club de Lectura Saudar.es Con otra voz En torno a la palabra

Úbeda

Guía histórico artística de Úbeda. En las mejores librerías. Pulse para conocer las fuentes que nos avalan


Quizás la mejor Guía de Úbeda.

 
    

Plaza del Padre Antonio

Antonio Almagro García

en Semanario Ubeda Información. Del 15 al 20 de junio de 2003

Volver

        

La intervención que se está realizando en la plaza del Padre Antonio se ha vendido como muy importante por lo que tiene de adecentamiento de un espacio urbano desconocido y deteriorado, a pesar de su cercanía a la Sacra Capilla del Salvador y su situación, por lo tanto, en el centro de la ciudad histórica. Y, sin duda, esto es así; pero una cosa es la idea y otra el resultado que, además, ha venido a complicarse con la aparición del basamento moldurado de los muros septentrionales de la capilla, hasta hoy enterrados por el nivel del antiguo pavimento de la plaza, y de restos de edificaciones que pudieran ser anteriores a la propia construcción del templo y estar relacionados con los problemas de medianerías y de luces que existieron en su momento como nos descubren determinados documentos del siglo XVI guardados en el Archivo Histórico Municipal.

Es de sentido común no tener nada en contra de una obra necesaria para mejorar un espacio urbano y ensalzar una muy desconocida, por escondida, portada Norte, pero sí lamento que de nuevo se haya optado por la utilización de unos materiales y acabados que rompen el conjunto de los utilizados en el resto del perímetro del Salvador y que nada tienen que ver con los tradicionales de la ciudad porque se eligen de los catálogos que existen en cualquier estudio de arquitectura y urbanismo, haciendo que en toda España encontremos la losa de granito, la piedra vizcaína y el adoquín como únicas terminaciones posibles, olvidando por completo lo distintivo de Úbeda frente a otras ciudades.

Tal y como están las cosas y dadas las circunstancias surgidas en la intervención, pienso que debiera actuarse con la prudencia y con el recto proceder que recomendaría el deseo de mejorar y no la necesidad de ampliación, sin más, del listado de logros que se venden en una campaña electoral. Por eso, habría que parar la obra y llevar a cabo un estudio arqueológico detenido de lo que realmente ha aparecido, de su valor y de su conservación o no. También habría que replantearse la corrección del nivel de la plaza, pues tal y como está ahora volvería a taparse todo el basamento del templo y a perderse la oportunidad de poder disfrutar de una nueva y desconocida visión de una fachada y portada que ganarían en esbeltez, que se verían como originalmente se concibieron y que se igualarían con las perspectivas de las del lado sur y oeste; para ello, nada mejor que levantar el suelo construido y rehacerlo jugando con una doble altura en el espacio de la plazuela: uno como calle y tránsito, adosado al caserío del costado izquierdo, que diese acceso a la calles Horno Contador y Francisco de los Cobos y otro rebajado, para respetar el nivel de la Sacra Capilla y hacer posible la existencia, a semejanza de soluciones ya dadas en otros puntos de la ciudad como la plaza de Juan de Valencia, de un verdadero espacio de permanencia, estancia y contemplación del monumento. De esta forma, creo, añadiendo además el uso del enlosado y del enchinado existente en toda la plaza de Santa María, sí se mejoraría realmente este espacio urbano y se evitaría, en primer lugar, el vertido de las aguas pluviales hacia el monumento, como parecen indicar el actual nivel del suelo y la presencia y disposición de una barrera de PVC frente a él, y, en segundo, la posibilidad de ser utilizado como renovado lugar de aparcamiento, eso sí, bien iluminado por farolas de fundición erguidas como las cruces del Monte del Olvido.

Antonio Almagro