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Pero Gil, historia (y IV)

Ginés de la Jara Torres Navarrete

en Ibiut. Año VII, nº 33. Diciembre de 1987, pp. 6-7

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NI TRAIDOR, NI TIRANO, NI HEREJE

Vamos a ser serios y sepárese el trigo de la paja. Distíngase la historia de la leyenda. Historia es lo que nosotros presentamos con múltiples pruebas: todo un linaje que aún perdura. Leyenda el capricho de unos intelectuales inventándose lo que nosotros dimos en llamar chismes de altura y nada más. Nada serio que pueda dañar en lo más mínimo la verdad histórica.

Traidores fueron aquellos que volvieron la espalda al Rey legítimo para vender sus favores a cambio de sabrosas mercedes. Tiranos, los que aprovechándose vilmente de las circunstancias aceptan dádivas despojadas a gentes con honor. Herejes aquellos que empañan sus conciencias con el lodo del mal obrar, echan la espalda a sus deberes y se suman al carro de las injusticias: Tres motes que cuadran perfectamente a la figura del bastardo que culmina su vil obra con el asesinato de su hermano con la ayuda vergonzosa de un extranjero.

Pero Gil fue un leal caballero que ayudó a su Rey e hizo la guerra limpiamente al estilo de su época. Junto a los cristianos lucharon las huestes de los infieles en múltiples ocasiones. Pero Gil no descubre estilos guerreros.

LA CRÓNICA CONTEMPORÁNEA DE UN FRAILE

Fray Diego Pérez, superior de uno de los conventos desvastados en Úbeda en la llamada "irrupción de Pero Gil", narra aquella acción como testigo de excepción del asalto.

Cuenta, cómo las tropas aliadas de Pedro I al mando de Pero Gil, entran en Úbeda por la Torre Nueva. Los religiosos de Úbeda se hallaban en el coro alabando a Dios y escucharon el tropel y los aparatos de guerra. El superior del convento, natural de Burgos, viendo el pánico de los religiosos "les dixo que se quietasen" hasta acabar los rezos. Dice el buen religioso que saliendo del coro escucharon a los soldados asaltantes "y aplicando el oydo ayaron a Pero Gil en grande altercado con los Moros sobre el asolar el Convento y destruyrlo. Defendialo quanto podía el buen cavallero diciendo que aquella gente no hacia vando ni parcialidad, no usaban armas...".

¿Dónde está la tiranía y la herejía de Pero Gil? Lo cuenta un testigo presencial quien reconoce que nuestro vilipendiado caballero "ymponiendo y atajando a los Moros quanto podian las fuerzas de Pero Gil"

¿Sabía por ventura aquel fraile que al Rey Don Pedro se le motejaba así? De saber que el que contenía a la morisma era el "Cruel" le hubiese llamado "buen Rey" en lugar de "Buen cavallero". Lo cierto es que los hombres de guerra de Pero Gil lo llamaban así insistentemente y así lo nombra en su crónica Fray Diego Pérez. Téngase en cuenta que el Rey Don Pedro no se halló en la entrada de Úbeda por lo que no pudo contener a la morisma ni estar en altercado alguno con ella.

Las crónicas dicen verdad acerca de la acción "de la ynfernal seta de Mahoma", pues enfurecidos los moros hicieron estragos en la población. Pero verdad es también que Pero Gil se movía en todos los frentes tratando de atajar un mal ya irreversible: los alfanjes cortaban brazos y cabezas y la sangre corría por la calle como el agua. Dice el cronista: "Que en esta mortandad y matanza astavan los Moros, guando Pero Gil interponiéndose, nueve Relixiosos pudo sacar aunque heridos... y no fué poco según la cólera y furia de los "moros".

Sobre las lanzas, las cabezas de los frailes llegaron hasta las puertas del Alcázar con los cuerpos asidos a las colas de los caballos. Dice el mentado cronista que: "a la vista de los encastillados, ficieron una grande hoguera y quemaron los huesos del Bendito Padre fray Pedro de la Caridad.., y hecho este estrago pegaron fuego a la ciudad...". La crónica, con todo lujo de detalles la damos a conocer en nuestra Historia de Úbeda en sus documentos: Historia Civil. Esta es la HISTORIA. No más leyenda.

Ginés Torres Navarrete
(Cronista oficial de las villas
de Sabiote y Torreperogil)