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La lenta agonía de las puertas y murallas de Úbeda (IV): Puerta de San Lorenzo

Ginés de la Jara Torres Navarrete

en Gavellar. Año VIII, nº 98. Enero de 1982, pp. 10

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Conocida así por estar situada junto a la parroquia del mismo nombre en el grueso de su muralla. Sin duda alguna es uno de aquellos «postigos» abiertos en tiempos muy posteriores a la reconstrucción de las murallas, acceso fácil a los hortelanos y campesinos de aquella collación.

La primera vez que hemos hallado noticias de ella es con ocasión de la peste de Málaga en 1833-1834. Con anterioridad, ni una sola cita.

Ello viene a demostramos su escasa importancia con relación al tráfico de arrieros y comerciantes y sí sus grandes servicios a los hombres de la campiña.

De aquel brote epidémico se guarda Úbeda, y al ordenar el cierre de sus puertas es una de las que permanecen abiertas al trajín cotidiano y vigiladas.

En el cabildo de 12 de enero de 1834 nos dan esta referencia: «Que se tapie la primera puerta de Granada abriendo la de San Lorenzo».

En el ayuntamiento que la ciudad celebra el 4 de enero de 1855, Úbeda señala a dedo a esta puerta su sentencia de muerte por vieja y achacosa. También sentenciaron a inminente derribo la Puerta de Granada, so pretexto de amenazar ruina, y ahí la tenemos fuerte, bella y remozada. Eran los tiempos, el viento destructor o tal vez la incultura del momento.

SOLIDEZ Y ABANDONO

De su solidez y de su normal estado, dentro de su dejadez y abandono, nos hablan en el cabildo de 23 de septiembre de 1856, pues por estas fechas aún se erguía desafiante el arco que nos ocupa.

En el cabildo de aquel día acuerdan empedrar la plaza de la Puerta de Granada hasta el Arco de San Lorenzo con emplazamiento al comienzo de la cuesta e inmediato a la espadaña del templo. No seria tan grave el estado de ruina, pues pese a la formal decisión de 1855, un cuarto de siglo después aún contaba la cerca de Úbeda con esta puerta.

La noticia la ofrece el cabildo de la ciudad de 19 de mayo de 1870. En él nos dicen que el vecino de Úbeda Luis Esteban, pide licencia para edificar en el terreno «...que colinda por saliente y norte con el Arco de San Lorenzo...»».

Es una prueba evidente de su existencia en 1870: no se puede poner por testigo ni tomar como referencia a alguien o a algo que no existe, pues aquellos escribanos hilaban fino y a la ahora de dar testimonios se aseguraban de cuanto hacían constar.

LA FECHA DE SU DESAPARICIÓN

A partir de 1870 cualquier año debió ser bueno para destruir le puerta de San Lorenzo, si bien opinamos que ésta debió venirse abajo por su propia iniciativa y total abandono, pues de haber sido borrada del mapa protector de la ciudad hubiesen dado cuenta en alguno de los ayuntamientos como siempre solían hacer y ello no consta.

Aunque son escasas las noticias que nos han llegado sobre la situación, existencia y desaparición de aquella entrada, sí son suficientes como para dejar bien sentado su existencia, su emplazamiento y la fecha aproximada de su pérdida.

Casi hasta ayer mismo, el Arco de San Lorenzo vigilaba con su airoso ojo avizor el valle del Guadalquivir, en tanto que su portazguero controlaba recuas y cargamentos de cara al fisco local.

Seguro que en sus trazos garabatosos iba haciendo constar entre borrón y desigual caligrafía: «Hoy viernes, segundo de quaresma, Juan de Murcia truxo una carga de cueros y pechó medio local. Josep de Lorca, por el truxiello de capiellas de palma, siete dineros»...

De ver estarían sus claveteadas puertas con los pregones del corregidor sobre sus tablas carcomidas, o el andador del Concejo atravesar su ojiva cargado de misteriosos mensajes. Hoy, todo son recuerdos, ecos perdidos y pisadas borradas. Hoy, San Lorenzo no tiene arco, ni los arcos de su espadaña abrigan aquellas campanas que alegraban la huerta de Úbeda: sólo el verdor de la yedra acaricia sus greñas y los arañazos del tiempo, trepando por sus olvidadas piedras con sus huecos doloridos. San Lorenzo flota el olvido de los hombres y se revuelca en su triste destino e irremisible soledad. Con la desaparición del Arco de San Lorenzo, Úbeda perdió un trocito entreñable de su historia militar-defensiva recuperando sólo el fiel testimonio de un ayer glorioso.

Ginés TORRES NAVARRETE