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Historia de las calles de Úbeda: Plaza de Abajo

Juan Ramón Martínez Elvira

en Gavellar. Año IX, nº 102. Mayo de 1982, pp. 8-9

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PLAZA DE ABAJO

INTRODUCCIÓN

Según apuntamos en el capitulo dedicado a la calle «María de Molina», la Plaza de Abajo, hoy desaparecida, posee su propia identidad dentro de la configuráción callejera ubetense y no debe confundirse con los actuales paseos del Mercado o de Santa María, con los que esta plaza venía a limitar, más o menos contiguamente, por sus lados Norte y Sur.

En el mencionado capítulo referimos la exigencia urbanística de que frente a das dos fachadas del antiguo Ayuntamiento se extendiese un espacio abierto en el que hallasen su justificación los miradores que se habían adosado (puede que sucesivamente) a los muros perimetrales de dicho edificio.

En efecto, la sede del Concejo Municipal no se concibe en su estructuración externa si no es «emplazándola» en el centro de un ordenamiento urbano que, lógicamente, se convierte en «plaza». Ahora bien, lo que hoy es el Mercado y tramo final de la Rúa no responde al equilibrado sentido que los constructores renacentistas tenían de la distribución de volúmenes y de su funcionalidad.

Este último condicionamiento lo presupone Lampérez —aunque sin entrar a fondo en el estado de la cuestión— cuando dice:

«Con frecuencia despoblábanse las plazas para celelbrar en ellas justas y torneos, juegos de cañas, bofordos y sortijas, lidias de toros, representaciones de autos y otros espectáculos... De localidades para verlos servían los balcones y ventanas de todas das casas... y en muchas ciudades la casa del Concejo estaba dispuesta ad hoc, con amplias galerías; en otras se levantaron edificios especiales, llamados miradores. Uno tópico se menciona aquí, aunque es ya del siglo XVII, por tener la disposición característica: el de Úbeda. (1).

Por su parte, Chueca Goitla intuye también la necesidad de un espacio abierto «ex profeso» ante esta edificación, pero sospecha que éste no debiera haber sido el que corresponde al actual del Mercado ouando escribe:

«Esta fachada, completamente abierta que hubiera sido el centro de composición de una plaza ordenada arquitectónicamente...» (2).

De otro lado, la obra literaria más antigua que hemos hallado y en la que se hace una breve pero inequívoca descripción de esta plaza corresponde al tomo XII del «ATLANTE ESPANOL» (1775), dedicado a parte de la provincla de Jaén y en el que su autor, en el apartado correspondiente a Úbeda, dice, entre otras cosas:

«Tiene...una buena Plaza llamada del Mercado, que es la mayor, con una fuente de dos caños en medio; la del Comercio con otra de Tres caños muy abundante; y otra más pequeña en la que están las casas Capitulares, con otra Fuente...» (3).

Este texto, citado posteriormente por geógrafos como Miñarro, se refiere con toda evidencia a nuestra plaza en cuestión, como lo demuestra da presencia en ella de «las casas Capitulares», a las que aúnn faltaba un siglo para trasladarse a su sede actual, el palacio de Vázquez de Molina.

No es nada extraño que se la califique de pequeña entonces —nunca debió ser muy grande—, pero esta afirmación puede estar justificada si tenemos en cuenta que ya hacía más de una treintena de años que había desaparecido de la nomenclatura callejística como tal plaza.

Por nuestra parte, vamos a exponer a continuación las conclusiones a las que hernos llegado tras conjugar, tomando como base los padrones existentes en el Archivo de la ciudad, factores tales como las listas completas y sucesivas de todas las calles que aparecen en cada censo que se realiza, su orden interno y las interferencias, oscilaciones y constantes establecidas entre dicha plaza y su entorno.

Estas conclusiones son las siguientes:

a) Con respecto a su antigüedad, creemos que a través de los censos no apodemos remontarnos más allá de 1586, ya que los escasos padrones anteriores a esta fecha contienen sólo una relación única y compacta de vecinos, sin distribuirlos por calles. El mismo padrón de 1586 se halla en tal circunstancia, pero con la salvedad de que algunos de sus vecinos —los mismos que más tarde aparecen en la Plaza de Abajo— se muestran con el añadido de «en de plaza». En definitiva, sabemos que a finales del XVI ya existía, pero no podemos aventurar la fecha de su nacimiento.

b) En cuanto a su ubicación, hemos de indicar:

1.° Que cuando la plaza se «diluye», perdiendo su propia denominación, entre las adyacentes, éstas son las de la Rúa, Ventaja, Torno de Monjas, Lorenzo Soto y Horno Contador.

2.° Que cuando, por el contrario, aparece con entidad propia, las calles precedentes o subsiguientes de más elevado índice de frecuencia son Torno de Monjas, Lorenzo Soto, Rúa, Ventaja, Llano del Salvador y Horno Contador.

Teniendo en cuenta, pues, estos dos puntos, creemos indiscutible que la Plaza de Abajo estaba comprendida dentro del área limitada par LAÚRUA, VENTAJA, TORNO DE MONJAS, LORENZO SOTO (eliminamos la del Horno Contador por identificarse normalmente con esta última) y PASEO DE SANTA MARÍA.

c) La Plaza de Abajo no puede ser, por otra parte, la del Mercado, puesto que de ser así no aparecería en la parroquia de Santa María, sino en la de San Pablo o en la de Santo Tomás. De otro lado, tampoco puede identificarse con el actual Paseo de Santa María, que a lo largo de la existencia de esta plaza se identifica con el Llano del Salvador y/o Llano de Santa María. Ocasiones hay en que junto a la Plaza de Abajo se incluyen en el mismo padrón dichos llanos, lo que descarta totalmente la posibilidad de confundir ambos sitios.

Es posible que la circunstancia ocasional de que en algunas fechas determinadas vecinos inscritos en la Plaza de Abajo se localicen «frente de la cárcel» indujera a ciertos autores a dar por definitiva la identificación de ésta con la plaza que hoy se dedica a don Juan Vázquez de Molina. Pero esto no es válido por cuanto hemos comprobado que se trata de una «inclusión de interferencia», como das que normalmente acontecen a lo largo de esta historia.

En cuanto a la actual Plaza de López Almagro, pensamos que es un resto —reliquia, mejor— de aquella Plaza ee Abajo que hoy perfenece al pasado.

JURISDICCIÓN ECLESIÁSTICA





La zona rayada corresponde al área sobre la que debía aentarse aproximadamente la Plaza de Abajo



Según ya se ha indicado, la Plaza de Abajo pertenecía a la parroquia enclavada por entonces en la Colegial, es decir, la actual de Santa María de los Reales Alcázares.

HISTORIA SOCIAL

A lo largo de los 155 años en que la Plaza de Abajo aparece como tal en los padrones municipales, se aprecia muy claramente que la mayor parte de su estrato social pertenece a la gente humilde y trabajadora, cuya gama de ocupaciones adquiere dal variedad que su enumeración sería larga, pesada e innecesaria.

Debe bastar a nuestro intento de dar una visión global de los oficios más frecuentes, una sencilla lista en la que se incluyen: tenderos, turroneros, pasteleros, sastres, barberos y carboneros.

Entre los años finales del XVI y primeros del XVII, es también relativamente abundante el número de moriscos. De todos ellos, en 1622, sólo figuran dos mujeres: una tal Isabella y atra tal Baeta, no condenadas al duro destierro de su raza quién sabe por qué motivos.

Hay, ciertamente, personajes a los que su constante presencia nos los hace familiares y hasta entrañables. Pero esta pequeña historia está basada en la realidad —más o menos desvirtuada— de unas estructuras físicas —las calles— que en este caso, por desgracia, han desaparecido. Y si un nombre no tiene un lugar concreto donde referirse, ese nombre, aunque lo merezca, no puede entrar de lleno ni siquiera en las páginas de una historia tan modesta como la presente. Del mismo modo, la piqueta descontrolada irá reduciendo al olvido a generaciones enteras que, aun después de siglos, tenían su razón de ser en un trazado o en una construcción urbanas en los que aún perduraba su espíritu.

TRADICIONES

Aunque no vamos a referir ninguna en concreto, conviene que centremos en esta plaza la mayoría de los sucesos que se han localizado erróneamente en el Mercado o en la plaza de Santa María. Igual puede ocurrir con otros hechos relatados en diversos estudios que se ubican, simplemente, «en la plaza pública».

Juan Ramón MARTÍNEZ ELVIRA

(1) Lampérez y Romea, V.: "Las ciudades españolas y su arquitectura municipal al finalizar la Edad Media". Discurso de Ingreso en la R. A. de BB. AA. Madrid, 1917.
(2) Chueca Goitia, F.: "Andrés de Vandelvira, arquitecto". Jaén, 1971.
(3) Espinalt Garcia, B.: "Atlante español". Jaén, 1980.