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Tú dinamizas, él pone en valor y todos deterioramos

Antonio Almagro García

en Semanario Ubeda Información. 5 de octubre de 2007

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Tú dinamizas, él pone en valor y todos deterioramos






Vista de la Plaza frente al Salvador


Mientras el pasado fin de semana se celebraba en Cuenca una interesante reunión de ciudades españolas declaradas patrimonio de la humanidad con la intención última, entre otras, de coordinarse para solicitar a las administraciones importantes medidas que favorezcan el cuidado, la mejora y la conservación del patrimonio que en su día posibilitó un ansiado y merecido nombramiento; en Úbeda también han tenido lugar dos importantes acontecimientos: la Feria de la Tapa y el Campeonato de España de Triatlón, que en nada desentonan de las pretensiones trabajadas en Cuenca ya que estos "magnos eventos" también buscan (en palabras políticamente correctas) la "dinamización" y la "puesta en valor" del casco histórico. Pero, eso sí, no con el desarrollo de las políticas trabajadas en Cuenca sino con lo que mejor se hace en Úbeda desde hace tiempo (no de generación en generación , sino de corporación en corporación) que no es otra cosa que el fomento del ruido, de los malos olores, de la ocupación del espacio público para intereses particulares, de la acumulación de basura y, en definitiva, del desprecio al patrimonio.






Composición accidental


Y esto me trae a la memoria la titánica lucha mantenida (según cuentan) por un beneficiario de la Seguridad Social al que le diagnosticaron una artritis que únicamente podía ser curada mediante el uso continuado de una sauna de última generación (lógicamente muy cara) recién desarrollada y fabricada en Alemania, de la que el sistema sanitario no se hacía cargo bajo ningún concepto. Pero el protagonista de esta historia no se achantó ante esta dificultad y comenzó una larga y penosa cruzada para conseguir de forma gratuita el único remedio que científicamente garantizaba su curación. Muchos fueron los años de laborioso deambular por tribunales, de sentencias y de apelaciones, de disgustos continuos... pero como Dios aprieta sin ahogar al cabo de muchos años el más Alto Tribunal falló a su favor y ordenó que había que proporcionarle la ansiada sauna que, como comprenderán, con el paso de los años no sólo había





Urinario bien plantado

ganado en eficacia sino también en diseño.

Finalmente llegó el enorme paquete y dos operarios emplearon varios días en montarle el apabullante aparato. Cuentan que, al cabo de tanto luchar, nuestro protagonista vivió el resto de sus días satisfecho y con la convicción de que nunca tuvo lugar mejor para criar dos cerdos cada año.

No me cabe la menor duda de que a estas alturas el lector se ha percatado de lo que pretendo denunciar, pero me va a permitir que explique algunas cosillas por si alguno de nuestros responsables políticos, los que autorizan los acontecimientos citados al principio, o de otras personas o instituciones que los fomentan, todavía no se han percatado de que su obligación es respetar, conservar y mejorar el patrimonio heredado (una sauna que ha costado sangre, sudor y lágrimas a los ubetenses) y no de degradarlo constantemente utilizándolo como lugar para criar marranos. O no es como criar marranos, por una parte, llenar despreciativamente –con lamentables deterioros del pavimento- de “hermosas y puntiagudas carpas”, de “airosas banderolas” y de “contenedores de basura” y “urinarios” estratégicamente colocados justo delante de la fachada del Salvador, un espacio único así reconocido por la UNESCO; y, por otra, un continuado mal uso de la plaza del Mercado haciendo verdad la estrofa que, cuentan, se presentó en uno de los certámenes poéticos organizados con motivo del aniversario de la muerte de San Juan de la Cruz y que, si no recuerdo mal comenzaba

Mil grasas derramando
pasó por esta plaça sin presura
y yéndola meando
con toda cara dura
vestida la dejó desta basura.


Pensándolo bien, acaso yo esté equivocado y los demás lleven razón. Tanta basura es necesaria.

Cerdo limpio nunca engorda.

Antonio ALMAGRO GARCÍA