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Hemos recibido varias quejas de personas que viven en las inmediaciones de la puerta que da acceso al anfiteatro del Ideal Cinema, en el sentido de que al terminar las funciones, cierta parte del público que a ellas asiste convierte aquellos lugares en evacuatorios, impunemente, por lo que los olores que han de soportar son poco gratos por cierto, y en algunas ocasiones pueden comprobar que hasta los portales de sus casas, a través de las puertas, nutren los efectos de la barbarie y mal gusto de quienes se permiten estos abusos.
La falta de alumbrado indudablemente favorece el atrevimiento de estos sujetos; pero si el señor inspector de policía que a esas horas presta servicio y los guardias a sus órdenes no dedicasen todos sus desvelos a lucir el tipo y tomasen las medidas necesarias —nada más que esto es lo que piden nuestros comunicantes— es seguro que los tales desmanes tendrían su castigo merecido, y el principio de autoridad quedaría en el lugar que le corresponde.
Aprovechamos la ocasión para advertir que no es sólo el sitio citado el que se convierte en sucursal del urinario central, sino que otras varias calles más o menos céntricas, también delatan esta falta de vigilancia, que, por higiene y decoro, debe extremarse ahora que nuestros agentes han de estar más descansados al disfrutar de la jornada legal de trabajo...
16 de mayo de 1932. [Redacción]
Esta es, Toñi
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