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Nuevos planteamientos en torno al cinturón amurallado de Úbeda (XII)

Juan Ramón Martínez Elvira

en Ibiut. Año V, nº 27. Diciembre de 1986, pp. 2-3

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LA PUERTA DE TOLEDO (y VI)
La Torre del Reloj


Íntimamente ligada al enclave defensi­vo y emblemático de la Puerta de Toledo, es creencia corriente que en ella estaba colocado el reloj público dec la ciudad ya desde tiempos medievales. Y hasta se citan, como prueba irrefutable, los arreglos efectuados en el mismo durante 1465 y 1480 (69). Pero la verdad es que, si bien tales reparaciones pudieron llevarse a cabo en las fechas men­cionadas, no lo fueron en el reloj de la plaza de Toledo —entonces inexistente— sino en el de la vieja Torre de Santa María, en la cual se ubicaba el único reloj de Úbeda.

La primera referencia (velada, desde luego, por la carencia de una específica denominación) que parece desprenderse de las actas municipales con respecto a la actual Torre del Reloj es de 1558 (70). El emperador Carlos ha muerto y para las honras fúnebres mandan que ondee un estan­darte negro "en la puerta de toledo en la torre questá encima de la tienda de martin de la cueva". Otros dos se pondrían "uno en la torre de santa maría en la cruz del relox y otro en el chapil de la torre de san pablo".

Tres años después (1561), en sesión de 9 de mayo, el cabildo ubetense propone:

..."por quanto ay gran nezesidad que en la puerta toledo por ser lugar de tanto concurso y tan convincente que se ponga un relox y no tener la ziu­dad tanta posybilidad para de presente faser de su propio caudad quel relox questá puesto en la yglesia mayor de santa m.a atento lo susodicho y que se a puesto relox de nuevo en san salbador que puede serbir y su­plir la falta del relox questá puesto en la dicha yglesia mayor por estar tan cercano e junto a la dicha yglesia mayor quel relox que de presente está en la torre de la yglesia mayor ques desta ziudad se mude e ponga en la torre questá junto a las carnezerias de la puerta toledo"...

Sometida la cuestión a debate, de los veinte regidores presentes, sólo uno, don Rodrigo de Monsalve, está en desacuerdo con que se ponga reloj en la plaza de Toledo. Todos los demás comprenden la ineludible necesidad del nuevo emplazamiento y sólo presentan diversidad de pareceres en cuanto al procedimiento: hay quien opina que debe hacerse reloj nuevo, dejando en su sitio el de Santa María, y hay quien se inclina a que éste sea trasladado, aprovechando que sus funciones pueden ser suplidas por el que doña María de Mendoza ha instalado en el Salvador. Tras la ronda de votos, el Alcalde Mayor dictamina:

..."que se liquide e aberigue el gasto que se pudiera faser en mudar el dicho relox a la puerta toledo y liquidado este gasto con maestros e perso­nas de yspiriencia sobre el tanto que montare el dicho gasto se faga de nuebo el dicho relox en la puerta toledo y ayudando la çiudad con lo que tiene ofrezido"...

Merced a tan salomónica decisión, el vetusto reloj de Santa María, colocado allí desde los inicios del XV (según la propia declaración de Gil de Valencia), permanecería en su primitivo re­ducto durante muchos años más, en tanto que la torre de junto a la Puerta de Toledo sufría un agitado proceso constructivo.

En efecto, Juan Álvarez de Molina, el gran rejero ubetense, compagina la forja con la relo­jería y a él se le encomienda la fabricación de la maquinaria, mientras que la labor de cantería queda en manos de Luis de Toral:

"mandaron librar en propios a juan Albarez relogero la quarta parte de 806.000 mrs por que se concerto la obra del relox" Asimismo, "mandaron librar en propios a luis de toral cantero en quien se remato la obra de la torre para el relox la tercera parte por que se remato la dicha obra que son sesenta ducados para en quenta de la dicha obra (71).

El 20 de Junio, el regidor Antonio Salido pide que Toral mejore su fianza (72), y cinco días más tarde, don Antonio Porcel (que no estuvo presente en la sesión de 9 de mayo) se opone abiertamente a la prosecución de la obra (73). A esta postura se suma luego, naturalmente, el de Monsalve, "atento a que la ciudad esta muy enpeñada en pagar los títulos e tiene obras mas inportantes que conviene mas a la republica"; y aunque algunos otros regidores se identifican con él, al fin prevalece el criterio de que se continúe.

En noviembre ya se está fabricando la campana por el maestro Juan Vélez, con la renova­da y estéril oposición de don Rodrigo (74):

"los dichos señores dixeron que azebtan la obligacion que tiene fecha Juan belez maestro de faser canpanas a esta ciudad de ayer de faser la canpana para el relox e que aviendo fecho el dicho Juan belez la canpana por la orden y condiciones que tiene otorgadas que esta ciudad le pagara los maravedies que por razon del metal e fechura se le deviere" (75).

Teniendo en cuenta, por tanto, que todo este movimiento se produce durante 1561, es indudable que la fecha de 1562, aún visible en la torre, corresponde a la de la inauguración ofi­cial del reloj. Indudablemente, toda la decoración en piedra que rodea a éste fue debida al cin­cel del ya citado cantero Luis de Toral y debe datarse en esos momentos. Pero es muy proba­ble que en la fecha inaugural aún no existiese el templete que corona al torreón. Este debió al­zarse años más tarde por Pedro de la Mazueca, ya que en 11 de marzo de 1575 (protocolo n.° 182, folio 17 v.) consta que:

..."pedro de la mazueca vezino de la dicha ciudad tuvo libranca de la dicha ciudad para quel dicho luys de la queva le diese y pagase en contado dozientos y treinta e quatro mill y quinientos y sesenta y un mrs de los mrs de sobras del cabeçon porque se le devian al dicho Pedro de la mazueca del resto de quenta liquida de la obra de cantería que hizo en la to­rre del relox desta ciudad".

Sin embargo, la solidez de la obra en general queda en entredicho si tenemos en cuenta que ya en 1583 la torre casi se viene abajo (76) y el Cabildo tiene que acudir al maestro de obras Lucas de Molina, según atestiguan los sucesivos libramientos que se le conceden (77).

En 1617 se renuevan las maromas de las pesas (78), lo que no impide que 21 años después el reloj se halle "muy maltratado y las ruedas desbaratadas y de manera que si no se adereza se perdera todo (79). La presencia en Ubeda de un experto maestro permite su reparación.

En 1643 le vuelve a tocar el turno a la torre. Se almoneda su arreglo (80) y remata la subasta el maestro albañil Luis de Villalobos (81).

En 1647 (82) y 1649 (83) se vuelve a reparar el reloj, y en 1678 se trata de aderezar la torre, que "esta a pique de arruinarse (84), pero no se dice nada de que fuera en este año cuando se po­nen los escudos que hoy vemos en ella (85).

Así, pues, de tiempo en tiempo, los libros capitulares nos seguirán suministrando noticias sobre reparaciones ya de reloj, ya de torre. Esta, en contra de lo que se ha dicho, dejó de estar exenta desde el siglo XVI al menos, pues ya hemos visto cómo cuando se hace la propuesta de implantar el reloj en la Plaza de Arriba la torre se localiza "junto a las carnizerias". Insistiendo sobre este punto vemos, por ejemplo, que en 1593 se mencionan unas tiendas, propiedad del convento de San Nicasio, junto al reloj de la Plaza de Toledo (86), y que en 1601 se arriendan casas arrimadas a la torre (87).

Para la custodia del reloj se habilitó una vivienda por la que tendría que pasar todo el que quisiera acceder a él. De esta forma vemos cómo en 1584 consienten los regidores "que lucia Rodríguez biuda de francisco de cordova biba en la casa del relox de la puerta toledo... con que no permita dexar entrar a ninguna persona en ella sy no fuere a los que adoban e conciertan el relox " (87).
(Continuará)

Juan Ramón Martínez Elvira


NOTAS
(69) GALLEGO DÍAZ, J. Las murallas de Úbeda Extraor. de La Opinión, 1896.
(70) Actas de Cabildo Municipal, 26-X-1558.
(71) Ibí­dem, 13-VI-1561.
(72) Ibídem, 20-VI-1561.
(73) Ibídem, 25-VI-1561.
(74) Ibídem, 7-XI-1561.
(75) Ibídem, 14-XI-1561.
(76) Ibídem, 18-8-1583.
(77) Ibídem, 29-111; 15-IV y 20-V-1583.
(78) Ibídem, 17-VI-1617.
(79) Ibídem, 22-IX-1638.
(80) Ibídem, 29-X-1643.
(81) Ibí­dem, 19-XI-1643.
(82) Ibídem, 11-V-1647.
(83) Ibídem, 7-VIII-1649.
(84) Ibídem, 23-VIII-1678
(85) GALLEGO DÍAZ, art. cit.
(86) Protoco­lo n' 1086, fol. 816.
(87) Protocolo ante Miguel de Mérida, 1111, fol. DLIII