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El día 2 de Enero de 1582, ante el escribano Alonso Martínez de Arellano¹, otorga su testamento el bachiller Antón Rodríguez, prior de la entonces iglesia parroquial de San Lorenzo.
Previamente, el obispo de la diócesis, don Francisco Sarmiento de Mendoza, había concedido la debida licencia para que se pudiese redactar dicho testamento, incluyéndose ésta en el legajo.
Entre otras disposiciones, el párroco manda dar a su iglesia 40 ducados para que con ellos "se haga una bóveda y sepultura hueca en el portal del señor san lorenço para enterramiento de pobres”.
Pero lo que más llama la atención —y se convierte en el principal objeto de este articulillo— son las cláusulas por las cuales el bachiller Rodríguez hace donación a dos sobrinos suyos de los libros que integran su biblioteca.
Nos vamos a limitar a trasladar casi literalmente —salvando abreviaturas que pudieren desconcertar al profano— tal relación bibliográfica, aunque nos imaginemos que el experto en esta materia tendrá suficientes motivaciones para realizar un sustancioso comentario, al que, desde luego nos agradaría acceder.
Las referidas cláusulas dicen así:
"Yten mando que se le dé a Alfonso Rodríguez mi sobrino los libros siguientes:
- Una suma de nabarro.
- Suma silbestrina.
- Suma angélica.
- Fray domingo baltanás.
- Las obras de tratos y quentas de mercado.
- alcángelo de alanasio?
- a luz del alma.
- los sermones de guillermo peraldo ?en dos cuerpos.
- a jacobo de baeca.
- a torre quemada.
- un soto de juramentis.
- los sermonarios que obiere entre mis libros.
- el concilio tridentino
(Sigue una cláusula ajena a esta relación por la cual le deja a su sobrino un manto nuevo y le hace gracia de tres ducados que éste le debe).
"Yten mando al bachiller Gaspar de Ceballos Bayllo, mi sobrino, el soto en dos cuerpos sobre el juramento y a el mismo soto de ius et iure...”.
Evidentemente, las "sumas" se refieren a los compendios que sobre una determinada rama del saber —pensamos que en este caso se trata de la teología— habían editado los autores cuyo nombre acompaña al término en cuestión. En cuanto a los "sotos", parece claro que son los libros de Fray Domingo de Soto, el gran jurista español enviado a Trento y que, en efecto, escribe "De iustitia et iure", entre otros tratados.
De los demás autores citados nos son familiares Fray Domingo de Baltanás y Torrequemada. El primero, catedrático también de la Universidad de Salamanca como Soto, funda en Úbeda el convento de San Andrés. El segundo no debe ser otro que Fray Tomás de Torquemada, el inquisidor general que expulsa a los judíos en 1492.
Puesto que todos estos autores comentados son dominicos y a su Orden se encomienda la tutela inquisitorial creemos que nuestro bachiller Antón Rodríguez no debió ser muy ajeno al Santo Tribunal.
Juan Ramón Martínez Elvira
(1) AMU. Sección de Protocolos. Legajo n.° 186. Año 1582. Alonso Martínez de Arellano. Estante I, tabla 2.
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