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ASAMBLEA DE MAESTROS SOBRE LA FORMACIÓN RELIGIOSA EN LA ESCUELA

Juan Pasquau Guerrero

en SAFA. Nº9-10. Agosto-septiembre de 1961

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Se celebró en Úbeda del 11 al 14 de Septiembre, con la asistencia de ciento cincuenta maestros de la Institución y la intervención de destacadas personalidades de la Pedagogía Española.

Presidió el acto de clausura el Excmo. Sr. Obispo de la diócesis de Jaén, D. Félix Romero Menjíbar.


Cordialidad

El compañerismo, una virtud. Tú, maestro de Linares, eres compañero, en la SAFA, de aquel maestro de El Puerto de Santa María. Pero... ¿y si no lo conoces, si nunca has hablado con él? Entonces, el compañerismo, papel mojado...

Una de las cosas que quería el Padre Rector al convocar nuestra Asamblea Pedagógica es que todos, unos días, conviviéramos; que nos tratáramos, que comulgásemos, participantes de un mismo afán. Así el compañerismo iba a ser, no una teoría, sino una forma existencial. Y se ha conseguido.

Empezaron el día 10 de septiembre a afluir maestros de las Escuelas. De todas partes, de todas las edades, de todos los... calibres. Jóvenes y antiguos. Flacos y gordos... (Más gordos que flacos. ¿Lo habéis observado? Es un poco alarmante que haya tantos gordos entre nosotros. Palabra). Todos con sumaleta y con su saludo entraban, en nuestra casa central de Úbeda. Enseguida los palmetazos en la espalda.

- ¿Dónde estás tú?

- Yo en Baena. ¿Y tú?

- En Andújar.

- Eres el mismo; no has cambiado...

Euforia. Alegría, sí, porque estas reuniones traen consigo una exaltación del ánimo. Es natural. Yo al primero que encontré fue a Anguita. Recordamos nuestra vieja convivencia. Me habló de sus tres chiquillos. Él es otro gran chiquillo... Luego Lucas Vela, ¡el gran Lucas! –que me hacía los “trabajos manuales” en mi escuela porque yo no sabía nada de eso-, me dijo:

- Te hace falta un pelado...

Y Paco Díaz Ruano, siempre inteligente, siempre bueno, me cuenta –gran nadador él- del pequeño velero que tiene en Almería...

Cordialidad. Esta es la palabra. La cordialidad es necesaria. La cordialidad nos lleva a las mismas puertas del amor.


Dios en el centro

Lo bueno es que en la Asamblea no hubo ningún “rollo”. Ni el calor –que “sopló” fuerte- fue capaz de descentrar por un momento la atención a lo largo de las siete sesiones. El Padre Rector supo lo que se hizo. Nos trajo para las disertaciones, “ases”, sólo “ases”. Doña Josefina Álvarez, Srta. Raquel Payá, el P. Granero, el P. Gil Varón, D. Alfonso Iniesta, D. Leónides Gonzalo, D. Lamberto Font, el P. Ramos..., todos “Primera División”.

Y las suculentas disertaciones se amenizaban con la sal del coloquio. Siempre sal fina. Doña Raquel Payá -¡Oh, doña Raquel!- puntualizaba. Ella tenía su reloj que iba un poco adelantado con respecto al reloj de doña Josefina Álvarez. Pero se trata de dos relojes perfectos. Y era de ver –espectáculo intelectual maravilloso- cómo la amable discusión de estas dos damas eminentes nos situaba en la hora exacta, de la Pedagogía. No es grano de anís la Pedagogía. Resulta que es complejísima, aunque hay todavía quien cree que la Pedagogía consiste en enseñar a dividir decimales. La Pedagogía ahonda sus raíces en todos los campos. Y se enzarza, se enreda, en los profundos subsuelos anímicos. Comprendíamos perfectamente que el educador no puede ignorar estas cosas. Y así vimos claro, como a la luz del día, que la moral tiene su código, pero también su terapéutica. Y que el hombre no es un mecanismo. Y que la religión es el único remedio cuando las fuentes se secan... Desconsoladores postulados a lo Freud, si no hay un santo al lado que después de dar “al César lo que es del César y a Freud lo que es de Freud”, otea –cerca o lejos- superando la árida perspectiva, al mismo Dios.

Dios era el Centro de esta Asamblea. Dios. Don Alfonso Iniesta, con palabra enardecida, con sinceridad intelectual –el intelectual o es sincero o no es nada-, nos hablaba del “Evangelio en la Escuela”. Oíamos las enseñanzas de este hombre ejemplar, de este hombre bueno, que sabe que nada hay tan audaz como la Verdad. Asentía la Asamblea en cálidos aplausos. Doña Raquel sonreía jubilosa en expresiva comunidad criteriológica. Dª Josefina –alma carmelita, arma teresiana, alma grande- ponía los puntos sobre las íes.

Y... ¿cómo hemos de enseñar el Catecismo? ¡Ah, los que creen que la clase de catecismo, en la escuela, es la clase de relleno, en el hueco de los veinte minutos después del recreo! Más técnica, más método, más sistemática exige la didáctica del Catecismo que la enseñanza de los quebrados... Esto supuesto, el Padre Ramos, hizo la crítica razonada del catecismo memorista, de los métodos catequísticos de la escuela de Munich, del procedimiento activo. El catequista es un ayudador de Dios. Y si no es inteligente y bueno –casi es lo mismo ser inteligente que ser bueno-, ¿cómo puede ayudar –azor de los azules de la Gracia- en la cetrería divina, para la “captura de Cristo”? El Padre Ramos nos azuzaba, apostólicamente a la “captura de Cristo”...

Y el Padre Granero nos responsabilizaba ante Cristo. ¡Con qué delicadeza talló en sus manos el diamante de la libertad! Educación de la libertad, ¡qué tema! La libertad es preciosa, pero si no hay un Ámsterdam que la “talle” ¡qué pedrusco sucio resulta! Educar al niño en la libertad es saber jerarquizarla. Libertad, como propedéutica al diálogo, no como corolario de la pasión y del instinto suelto... “Si permanecierais en mi doctrina hallaréis la verdad y la Verdad os hará libres”. Así concluía el Padre Granero. Su simiente evangélica caía en el buen surco... De otro parte, la Exposición Catequística, instalada en una clase próxima, contribuía a fijar de manera gráfica, las enseñanzas prodigadas a lo largo de toda la Asamblea.


La psicología del niño

¿Suprimimos o... reprimimos? Freud, Adler, Jung... la selva entera de la psicología del subconsciente se racionalizaba, cartesianamente, “more geométrico”, en la palabra exquisita, fluida, exacta, profunda de doña Raquel Payá. Entonces, el subconsciente no nos resultaba el hondón tenebroso propicio a cualquier escamoteo... Y veíamos que la Moral puede extender su zona de influencia, su “hinterland”, a esas ignotas zonas crípticas de la personalidad. Nos imaginábamos a la moral, oyendo a doña Raquel, como a un zapador de los espacios íntimos, de las “provincias interiores” que diría quien yo bien me sé... Y es que conociendo los resortes psicológicos se facilita el “acceso a la Gracia”. Porque la Gracia opera en la conciencia, pero el apóstol, su colaborador, ¿por qué no ha de poder ser, también, un “espeleólogo”?: Espeleóloga de la auténtica moral, doña Raquel exploraba y desvelaba...

Para hablarnos en otra conferencia de la evolución psicológica del niño. Antes, doña Josefina Álvarez había disertado sobre “Dios y la religión del niño”, en admirable charla. Doña Raquel operaba en la mina, o, mejor, detectaba las “minas” ocultas que entorpecen el despliegue victorioso de la verdad. Mientras, doña Josefina operaba en el azul –alto azul- del dominio de los ángeles (De la conjunción de las dos fuerzas, se obtiene el triunfo...).

Pero esto se hace interminable. Lástima, porque había que comentar muchas más cosas. Por ejemplo, la versadísima conferencia de don Leónides Gonzalo Calavia sobre “Pruebas objetivas al servicio de la formación religiosa”. Don Leónides dijo muchas cosas nuevas sobre las pruebas objetivas e impregnó su charla del mejor humorismo... El Padre Ramos –ya lo hemos dicho- mondó sin desperdicio alguno, el tema de la metodología catequística. D. Lamberto Font, postuló, muy precisa y elocuentemente, en defensa del “Catecismo Nacional”. El P. Gil Varón, destacó, de manera acertadísima, la importancia de la “Formación Litúrgica”. Y no todo era oír y callar. Doscientos y pico de docentes, opinaban, objetaban, aclaraban. Un Congreso auténtico. Pero un Congreso, cuyos parlamentarios eran educadores y, por lo tanto, naturalmente, tenían educación...


Clausura

El acto de Clausura se celebró con la presidencia del Excelentísimo Sr. Obispo, D. Félix Romero Menjíbar. Ningún colofón mejor cabía imaginar de la Asamblea. El Provincial de la Compañía, P. Francisco Cuenca, habló primero. Pocas veces, o nunca, hemos oído improvisaciones más profundas. Improvisado fue el discurso del Padre Cuenca, pero su palabra prendió en todos, a todos llegó cordial, generosa, amena, oportuna, sabia. Luego el Sr. Obispo nos trajo su emocionado mensaje. El Sr. Obispo modula su verbo en amplitud espléndida. Y en el horizonte de su oratoria –todos lo sabemos- se junta la Gracia con la gracia; la espiritualidad más ardiente con la más encendida belleza. Oyéndole, rememoramos la prosa rotunda, caudalosa, plena de ritmias cadenciosas, de un Fray Luis de León, de un Granada... Él nos regaló, al final, su cálida bendición apostólica.


Ejercicios y despedida

Y así fue todo. Luego, los Ejercicios en varias tandas. En Úbeda, el Padre Martín Prieto de un lado, el Padre Navarrete Loriguillo de otro; en Andujar, el P. Movilla, sugirieron a los maestros ese “reconocimiento espiritual”, semejable al “reconocimiento médico” anual, tan recomendado por los higienistas. No sé si en alguna alma, fue necesario el bisturí... Pero todos teníamos abscesos, más o menos leves, más o menos purulentos. Salimos curados, optimistas, animosos, emprendedores. ¡Curso 1961-1962, a la vista!

El día 17 fue el despliegue. Otra vez la maleta, el billete, el viaje. El abrazo. La cordialidad. Adiós, adiós, adiós... “Adiós Varea: ¿Ha perdido hoy el Real Jaén? ¡Vaya hombre!”. “Oye, Morillas: te has dejado el peine...”

Y todos, al despedirse:

“Enhorabuena, enhorabuena”.