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DOS ACTOS EN LAS ESCUELAS PROFESIONALES DE LA SAGRADA FAMILIA

Juan Pasquau Guerrero

en Diario Jaén. 3 de julio de 1965

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Desde 1941, las Escuelas de la Sagrada Familia extienden en Úbeda su influencia. La influencia es constante, es tenaz. Y diríase que aporta un matiz nuevo al estilo de Úbeda...

Concluye este curso 1964-65 con dos acontecimientos que pueden parecer obligados y normales dentro del ciclo y que, sin embargo, merecen comentario. Nos referimos a la celebración de las primeras comuniones en el Grupo Escolar, y la clausura del curso de la Escuela de Magisterio y de Enseñanza Profesional.

Un niño de primera comunión es siempre un tema entrañable; cuanto más, ciento cuatro niños, que se han acercado este año por primera vez a la mesa eucarística. Gran acontecimiento en las Escuelas, y en tantas familias ubetenses. Como siempre, el grupo escolar de la Sagrada Familia, -primer brote de la Institución safista en Ubeda- ha mostrado su calidad de centro docente en plena sazón, en vigor fecundo. Lo ha mostrado en todos los detalles, no siendo el menor el de la perfecta organización. Y el rector de las Escuelas, con su palabra ferviente, inteligente, llena de emocionado afecto, conmovió a los asistentes; entre ellos se encontraban las autoridades, el alcalde de la ciudad y el teniente coronel jefe de la Academia de la Guardia Civil.

Justas, pues, las felicitaciones recibidas en este día memorable por el padre rector, R.P. Luis Moreno García de la Herranz, por el director del Grupo, don José Antonio Fernández Pastor, por el padre espiritual del mismo, R.. P. Fernando Pérez Romero, S. J., y por las maestras y maestros preparadores.

El otro acontecimiento que merece ser comentado, es , como hemos dicho, el acto de clausura de la Escuela de Magisterio y Escuela Profesional. Presidido asimismo por las autoridades locales, tuvo lugar un día de junio, al atardecer, en la amplia explanada de la entrada a las Escuelas, con la fachada de la iglesia de Cristo Rey al fondo. Tras la solemne distribución de premios y diplomas a los educandos sobresalientes, los alumnos acometieron -y decimos expresamente “acometieron” porque fue un gran empeño - la representación de “Antígona” de Sófocles. ¿Es la simpatía quien nos mueve a afirmar que la representación resultó brillantísima? Lejos de aquellos almibarados actos colegiales, con que se nos obsequiaba en ocasiones semejantes, las Escuelas de la Sagrada Familia, saben, hic et nunc, aquí y ahora, dar la versión profunda de una formación acomodada, perfectamente ensamblada,a nuestro tiempo. Dígalo si no la representación de esta “Antígona”, debida a la iniciativa y dirección del P Rafael Baena, en la que la preparación, el ambiente, la luminotecnia, la indumentaria, la tramoya y la actuación de los jóvenes artistas y de los coros, sorprendió y admiró. Con una mención especial también para Lolín Pavón, en encarnó el papel de Antígona, con una maestría, con un dominio del gesto y de voz, con una vibración total de su belleza y de su alma al servicio del papel interpretado Lolín Pavón es -hay que decirlo- una artista consumada. No será ese su camino profesional, pero aptitudes le sobran. Junto a ella, actuó de Creonte el alumno de la Escuela de Magisterio, Salvador Martínez, del que también cabe decir que sus dotes artísticas son en todo caso sobresalientes.

La relación se haría interminable si nos extendiéramos a glosar la actuación de los demás jóvenes actores, todos muy a tono con los protagonistas.. El público asistente, aplaudió largamente esta representación que los alumnos han ensayado en ratos libres y durante corto espacio de tiempo, circunstancia que potencia sus méritos. Al aplauso de los asistentes, unimos el nuestro, muy efusivo. Y aquí, al dar nombres -de padres, profesores y alumnos que han intervenido en la preparación del acto, repitiendo especialmente el del P. Rafael Baena- no cabe el hacer distinciones porque todos a una, desde el director, pasando por el P. Prefecto y por don Isaac Melgosa, siguiendo por el excelente tramoyista Jiménez, de la Escuela de Magisterio, continuando por la mención , imposible en este caso, de cada uno; todos, repetimos, pusieron a contribución sus mejores disponibilidades para que el logro resultase espléndido.