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TRABAJO

Juan Pasquau Guerrero

en SAFA. Nº 5. Abril de 1961

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El trabajo es una realidad en busca de conceptos. El trabajo es un hecho; pero a este hecho quiere encajársele –se le encaja- en valoraciones diferentes, cuando no opuestas. En el fondo del trabajo, como en la raíz de toda manifestación humana, hay un problema filosófico. No cabe ignorarlo. O el trabajo se atempera a una filosofía o es nada más, una actividad errante, imprecisa, desvitalizada.

Así, la interpretación marxista de la vida, acuña al trabajo como un sello de servidumbre. Así, el capitalismo explora al trabajo como un precio rentable. Son dos valoraciones, dos conceptuaciones en cierta manera similares, que hacen del hombre que trabaja y sufre una cosa, una res.

Pero el hombre, difícilmente se acomoda a ser res, a ser cosa. El hombre no es una cristalización mostrenca, sino una actividad viva. Y su obra, su esfuerzo, su producción exige una apelación de índole espiritual, liberal.. En el fondo, todo trabajo, para satisfacción del hombre, debiera ser eso: trabajo liberal, sin servilismos, sin objetivos distintos del puramente humano.

Naturalmente la organización del trabajo exige, no obstante, renuncias inevitables. Se alza la exigencia social del bien común y, desde este momento, el trabajo ha de coordinar su libertad con su utilidad, con su eficacia. Y entonces el trabajo demanda un concepto de riguroso humanismo compatible con su voluntad social de servicio.

Solo el concepto cristiano del trabajo cumple estas condiciones. Desde el instante en que el cristianismo proclama el precepto del amor al prójimo, cualquier prejuicio egoísta del trabajo, desaparece, como desaparece igualmente –debe desaparecer- el prejuicio egoísta empresarial. Desde ese instante el trabajo es generosidad y la empresa rebasa al negocio para convertirse precisamente en lo que su mismo nombre acucia: esto es, en empresa.

Nuestra Institución quiere recalar, recalcar en sus miembros esta valoración cristiana del trabajo. A conseguirlo dedica sus afanes. Pretendemos forjar trabajadores útiles, enterados de su oficio. Pero esto sería poco. Deseamos, ante todo, trabajadores atentos a su misión.