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PRIMERAS COMUNIONES

Juan Pasquau Guerrero

en SAFA. Nº 16. Junio-agosto de 1962

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El día 17 de junio, fiesta de la Santísima Trinidad, 63 niños de nuestras Escuelas de Úbeda recibieron por primera vez al Señor. Durante toda la primavera este “suceso” trascendental –y decimos trascendental con todas sus consecuencias porque, de acuerdo con nuestra interpretación espiritualista de la vida, creemos que no hay mejor utilización de esa “materia prima” que constituye el niño que la de fundirlo en los Altos Hornos de la Gracia- durante toda la primavera, decimos, muchos alumnos de los distintos Centros de la SAFA han hecho su primera comunión. Es tradición, entre nosotros, dar a la gran jornada eucarística una solemnidad manifiesta. Pero esta solemnidad religiosa queremos que vaya acompañada en nuestras Escuelas de una sana y exultante alegría. Nuestros niños ingresan conscientemente en el mundo sobrenatural, reciben a Cristo, renuevan sus promesas del Bautismo y esto... hay que celebrarlo. Una primera comunión no
es una fiesta mundana –y nuestras Escuelas hacen constantes esfuerzos para evitar esto-, pero sí es una gran fiesta en el mejor, en el auténtico sentido de la palabra. Por eso en Úbeda, como en los demás Centros, las primeras comuniones nos trajeron un día de ardoroso júbilo.

Así fue en Úbeda el día de la primera comunión:

Cohetería a las 8 de mañana en la puerta de las Escuelas. Afluencia de niños blancos, vestidos con trajes de marinero –con traje de almirante, no, ¡mucho cuidado!-; madres, padres, hermanos y familiares, agrupados en la gran lonja del colegio en espera de la Misa... Don José Antonio y los Maestros, poniendo los puntos sobre las ies de la más perfecta organización... Desfile de los primeros comulgantes con una escolta de monagos de todos los colores y al compás de acordes de la banda municipal. Misa solemne, emoción de padres, alumnos, maestros... El padre espiritual, Padre Fernando Pérez Romero, de celebrante, Plegarias, cánticos y motetes a cargo del coro del Grupo Escolar y una sentida plática del P. Jesús Mendoza... Momento sublime de la Comunión: una comunión de más de media hora. Manos juntas de los niños un poco pálidos, embargados de la ingenua y alta piedad que supieron inculcarles sus preparadores.

Y luego, alegría, besos, rostros radiantes... Un pasacalles de la banda municipal y en los amplios comedores del Colegio, los niños con sus familiares e invitados, se acomodan en las mesas dispuestas para el desayuno. Un desayuno para más de 500 personas en el que impera una ostensible cordialidad. Como dijo el P. Prefecto, en sus palabras finales, en este día vimos todos con claridad, con gran alegría, que nuestras Escuelas constituyen una gran familia informada de humanísimos y entrañables afectos.

Fue, sí, una gran jornada, de cuyo éxito espiritual son responsables los organizadores todos. Don José Antonio, director del Grupo Escolar, potenciaba su euforia, su satisfacción contagiosa y generosa. Pero a don José Antonio habían ayudado para el esplendor del acto los maestros, las religiosas de la casa. El P. Pérez Romero, celosísimo, infatigable, era el artífice del copioso resultado religioso. Los Padres observaban jubilosos cómo sus esfuerzos en pro de la unión de la gran familia safista no eran vanos...

¡Ah! Hablamos de la primera comunión de Úbeda. Pero estamos seguros de que en todos nuestros Centros ha sucedido igual.

Lo repetimos: la primera Comunión es en las Escuelas una gran noticia. Noticia trascendente, maravillosa noticia. ¡Como que supone la reválida de nuestros escolares, su ingreso en la sublime Academia del Amor Eucarístico de la que es Director el mismísimo Cristo!