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Úbeda

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La casa mudéjar y el portillo del Alcázar, de la plaza de Vázquez de Molina.

Ginés de la Jara Torres Navarrete

en Ibiut. Año VIII, nº 41. Abril de 1989, pp.10-11

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A muchísimos ubetenses los vamos a sorprender con estas noticias y hecho cierto que de no ser por un testimonio documental de vital importancia nos hubiese sabido a chino.

Hablar hoy de la "Casa de la Teda", "Casa de la Sala Dorada", "Casa del Fuego de las Bolas", o ""Casa Mudéjar", de la Plaza de Vázquez de Molina, es históricamente y culturalmente hablar en tono funerario; es poner sobre sus desaparecidos dinteles el R.I.P. de las esquelas mortuorias. Todas ellas las tumbó la piqueta Dios sabe cuando, especialmente esta imponente Casa Mudéjar, casi ayer mismo.





Patio del edificio en la antigua calle del Bote, que en otro tiempo fue Hospital de San Pedro y San Pablo. (Foto José L. Latorre).



Lo hemos dicho muchas veces y hoy lo volvemos a repetir: Úbeda ha perdido más monumentos notables que conserva. A Úbeda parece que sólo le interesa conservar sus edificaciones más representativas y espectaculares aunque se trate sólo de una portada pero que tenga piedras blasonadas.

Por el contrario, nos vamos quedando sin esas casonas con patios semiabandonados, antaño casas de vecinos con sus recias columnas de piedra, rollizos hercúleos y corredores con habitaciones de vecinos, bóvedas de piedra, rejas armeras y huerto con granados e higueras.

Nos contaba hace unos días en Úbeda, ese ilustre chamarilero y enamorado de su pueblo que es Almagro Alises, cómo ha salvado de la piqueta uno de estos edificios nobles, ante cuya presencia abrimos un legajo en piedra con una brillante página de arte y de historia. En él, iban a edificar unos pisos y a borrar para siempre una impresionante casona con patio de columnas imponente, bóveda de piedra de la "quinta de Noé", escaleras, corredores, pinturas, puertas, rejas y un largo etc...

El edificio en cuestión es nada más y nada menos que los restos del grandioso Hospital de San Pedro y San Pablo, ubicado en plena Plaza del Mercado, dentro de la antigua collación de Santo Tomás. La puerta principal de la capilla –que aún guarda restos de sus frescos–, cae a la calle del Bote, nombre que muy bien pudiera venirle de los muchos pobres transeúntes que llegaban hasta sus puertas, las de nuestro Hospital, con el bote vacío de la comida en la mano.

De ver estaría esta callejuela con la "puerta del perdón" entreabierta, donde de continuo llegaban aquellos infelices transeúntes en busca de un bote de comida y un jergón de esparto donde dejar caer su esquelética figura.

La parte noble del Hospital de San Pedro y San Pablo, cara al Mercado, fue derribada por ruinosa en 1868 pero ahí tenemos un trocito de su pasado que nos habla aún de su grandiosidad y hermosura.

Paradojas de la vida: nuestro Hospital dio abrigo antaño a ancianos y lisiados sin amparo, y hoy continúa en su línea bienhechora abrigando entre sus paredes un sinfín de útiles de trabajo, ya en desuso, de los más variados oficios, desechados por una sociedad sorda y ciega. He aquí curioso lector un bello museo tanto por el marco como por el contenido.





Patio mudéjar, en el Llano de Santa María, con puerta y muralla árabe al fondo. Hoy desaparecidos.



Y hablando de los pocos edificios de esta categoría que nos van quedando, el Sr. Almagro Alises me hablaba de una fotografía de las que deben quedar pocas, con un contenido que es todo historia y arte perdido. Se trata de un maravilloso patio mudéjar que existió aún en 1933 en pleno Llano de Santa María, hoy Plaza de Vázquez de Molina.

Pero la belleza del patio queda en cierto modo eclipsada si dirigimos la mirada al fondo del mismo y contemplamos impecable una puerta o postigo con su soberbia muralla, una de las que dieron paso otrora al barrio y baluarte militar del Alcázar. Se trata de una puerta árabe muy similar a la de los Santos o Granada de la cerca de Sabiote. El muro donde se abrió es de consideración, admirando en este documento gráfico, un patio de sin par belleza y un póstigo aprisionado tempranamente por una casa señorial de calidad.

Medio siglo escaso después, sólo queda esta interesante fotografía, pues patio, portillo y muralla fueron pasto de la piqueta entre 1933 y 1950. ¿A qué le tocará mañana?...

Ginés Torres Navarrete
(Cronista oficial de las villas de Sabiote y Torreperogill